Entre miradas de asedio y dulces palabras, ocasionando nerviosismo que hacían temblar tu alma entera, con besos de fuego que volvían cenizas las tristezas, como testigo el desierto de una ciudad perdida en el olvido; los mejores recuerdos de mi vida, sueños del futuro que jamas resaltaron, mientras me encuentro en plena soledad entre muros de dolor que susurran tu nombre, anhelando estoy la epifanía.
Al observar desde lejos tu dulce mirada me recorre el frió aroma del olvido, me destroza el dolor al saber que tus hermosos ojos y el néctar de tus labios son realizados para otro hombre, tu larga cabellera que hipnotizaba mis sentidos agudos ahora cubren los brazos de otra persona.
La noche se acorta cada vez mas y la luna me recuerda los finales de nuestras citas; tal vez el tiempo cure todo, pero siempre estará grabado tu nombre con letras doradas de ensueño y prosas irrepetibles, siempre seras tú.
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