Silencio. La palabra Silencio es bastante relativa. Puedo oír las olas del mar danzando harmónicamente en su totalidad y expandiéndose como si no se tratara solo de pequeñas moléculas de hidrógeno, oxígeno y una pequeña pero apreciable concentración de sal chocando unas con otras e impactando de vez en cuando contra las rocas, a solo unos metros de donde me encuentro, aumentando asíla intensidad de sus susurros; puedo oír como el fuego arde cerca de mi o incluso como va consumiéndome por dentro, puedo oír los susurros de las personas que caminan por el paseo marítimo esta fresca pero calurosa noche de verano y puedo oír a lo lejos la música proveniente de la fiesta de la cual me he ido porque ya no aguantaba más. Puedo oír todas esas cosas pero a la vez no escuchar ninguna de ellas. Es por eso que el Silencio puede ser tanto aquél estado en el que no hay ningún ruido o no se oye ninguna voz, o puede ser todo lo contrario. Este segundo Silencio es uno interno, uno que, a pesar del ruido o las voces o sonidos que se produzcan cerca, van a ser menospreciables y todo porque en realidad es un SILENCIO INTERIOR.
Uno, dos, tres… -susurro para mis adentros- …siete, ocho, nueve. Necesito calmarme, recuerda lo que te ha enseñado tu madre. <<Cuenta y no dejes de contar hasta que no estés calmado. Si te agobias huye, busca un sitio tranquilo y deja de pensar, solo cuenta>>. Llego hasta completar dos series de diez y me dispongo a hacer una tercera antes de notar una mano sobre mi hombro. Me giro y es ella, la chica que llevo evitando pero a la vez buscando toda la noche. Donde ella iba allí estaba yo dejando unos pocos metros de distancia pero después cuando nuestros ojos topaban estos se disparaban hacia cualquier otro lugar que no fuese su rostro. Mi corazón era incapaz de soportar aguantar una mirada con tanto dolor sabiendo que el culpable de este había sido su mismo cuerpo. Me volví a girar para posar mi mirada en la infinitud del mar.
-¿Por qué?
-No quiero hablar de ello.
-¿Por qué Tyler? ¿Por qué hoy?
Sabía que si volvía a girarme sus facciones mostrarían decepción y tal vez rabia mientras que yo solo cerraría los ojos y volvería a contar hasta encontrar ese silencio que tanto deseo alcanzar.
-Yo… solo… -Mis palabras salían a trompicones de entre mis labios y notaba como su mirada empezaba a penetrar mi camisa hasta llegar a mi espalda- No pensaba.
-Ese es el problema que nunca piensas. Estás aquí fuera y yo he dejado la fiesta que a mis padres y a mis amigas les ha costado tanto preparar para venir aquí. Respóndeme, ¿¡por qué!?
Su voz se empezaba a entrecortar y notaba como no iba a tardar mucho en dejar ver las primeras lágrimas. Con mucha cautela empiezo a girarme, poco a poco y mi mirada se va posando cautelosamente sobre sus ojos hasta que se quedan fijos en ellos por primera vez en toda la noche. Ella está de pie frente a mí, se ha quitado los zapatos pero a pesar de ello está más alta que la última vez que la vi. Dejo de mirarla fijamente a los ojos para inspeccionar centímetro a centímetro ese cuerpo que tanto me gustaba y deseo tocar. También está más guapa. El vestido que lleva es negro con detalles plateados, blancos y dorados, deja ver parte de su escote y a medida que se desliza por sus largas piernas, va perfilando cada centímetro de su piel volviéndome loco a su paso.
-Te has cortado el pelo. Me gusta.
-Eres increíble de verdad. Yo aquí echándote la bronca y tú en tu mundo como siempre, ya veo que no has cambiado nada.
-Tú sí que has cambiado. Ahora estás más guapa.
Ella gruñe y se gira con la intención de irse pero sé que en el fondo ella también se alegra de verme por eso me levanto y la estiro del brazo hasta pegarla a mí. Sus brazos rodean mi cuello de una forma tan automática que me hace sonreír, noto como su respiración es cada vez más pesada e irregular y como su corazón se ha acelerado para alcanzar el ritmo del mío.
Está paralizada dado el anhelo que siente su cuerpo hacia al mío, el mismo que minutos antes me habían hecho irme de la fiesta. Acerco su delicada cabecita hacia mi pecho y me destenso cuando su mejilla descansa en este, mi barbilla se mueve muy lentamente hasta posarse en lo alta de su cabeza y es entonces cuando empiezo a respirar.
-He vuelto porque te quiero.
OPINIONES Y COMENTARIOS