Con el paso del tiempo, se van perdiendo los días y  a la vez, vas perdiendo recuerdos.

¡Lo que daría por poder parar el reloj de tu memoria, que te hace dar pasos hacia atrás, en vez de avanzar!

Y te veo encogerte, como una niña pequeña; te veo desaparecer en algunos momentos, como si estuvieras perdida; te veo frustrarte y entristecerte, cuando te das cuenta de tus olvidos; pero sin embargo, también te veo reír y estar alegre, como no te había visto antes, quizás es una felicidad que estaba escondida dentro de ti, para la que no tenías sitio y al perder otros recuerdos, quedó un poco de espacio para ella.

Mis únicos deseos son, que no te olvides de reír con todas tus ganas, de pasártelo bien y de disfrutar de estar viva; me da igual que olvides tu nombre, a tus hijos, donde vives y quien fuiste, lo que hiciste en la vida y lo que comiste ayer; me da igual que te olvides de mi, porque yo siempre estaré a tu lado para intentar sacarte una sonrisa y tragarme mis lágrimas de dolor; porque verte reír, consigue borrar todas las tinieblas de mi preocupación; porque si tengo que firmar un contrato, en el que diga, que siempre serás feliz, lo firmaría sin pestañear, aunque traiga con él la condición, de que para que se cumpla, tenga que decir estas palabras mágicas:

«Olvídate de mi»

Por verte reír mucho más, mamá.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS