Una taza de café, un pequeño pero muy profundo suspiro, me es suficiente para compartir mi insondable pensamiento. Aquel que surge a través de una ráfaga de ideas captadas en la atmósfera donde mi alma ha divagado, donde ligeramente quiere despertar del hondo sueño que la arropa. Complicado se ha vuelto la travesía de mi peregrinaje, no porque lo fuera, sino porque la presión asesina de la sociedad y sus filosofías que nadie le guarda fidelidad sino simple apariencia, me han herido intentando que fuera de muerte, pero sin lograr dicha intención aun aliento de vida recorre mi ser. No hay nada nuevo, nada fuera de lo ordinario, simplemente un insignificante gigante que aún tiene las riendas de la humanidad con un aplastante dominio. Error repetitivo, imponente, que se jacta con orgullo de tirar al aire un grito desafiante, con la esperanza de que un adversario se levante algún día para hacerle la rutina menos aburrida, y ver así, si a lo lejos pudiera visualizar su inesperado fin. (Mara L. De la Rosa)
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