Busco acelerar el ritmo al escuchar el tropel de una aventura sin tregua.

Donde el fin, sea el principio de una nueva aventura ya conocida.

Que rujan las olas y tiemblen las nubes, que silben las voces de los que ya huyen.

Que se pueda morder el agua que no se bebe, y se pueda masticar el aire que no se ve.

Donde el olor de la risa se huela a lo lejos y su reflejo se eleve en la posteridad .

Y se distinga la luz en la luna de un día brillante, con incandescente colores en las tinieblas del ocaso.

Que el cantar de las aves truenen avisando.

que se aproxima una lejana tempestad.

Y la brisa pise la esperanza ida sin huellas del pasado.

De los invitados arropados con la sombra de su ayer, oliendo a moho reseco.

Suspirando un pasado ya ido colgando como lágrimas congelada de una fría lámpara vuida y olvidada.

Que baile la moribunda música sin sonido, ni sombras la acompañen en su pésimo bailar.

Viendo el fondo sin bailarines ni aplausos mediocres, cansados de ver los mismos día tras día.

Busco encontrar algo de ti, en el adiós olvidado,  de ésos que tanto le temiamos . 

Dónde se martilla sin piedad un recuerdo sepultado, bajo una lápida sin dolor, ni lágrimas de tristeza y dónde no hay sombras del ayer.

Donde ése recuerdo se libre y a su vez se esfume, cómo el humo de un cigarrillo de un vagabundo.

De tantos deseos almacenados sin aire, sin vida, sin suspiros .

Y los besos fugaces, sean los únicos que dejen los labios lastimados, de tantos robados.

Por el desgaste del uso equivocado  se pierden como el sonido del silbido. 

Estrangulado por las colinas ya sanadas, por nuestra verdad vestida de mentiras.

Por encontrar la verdad, bailando al compás del tiempo, libre,  sana la danza ida, olvidada.

Amarelis 

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