Es inevitable no acordarme de ti cuando me toca la soledad en las oscuras noches de invierno, noches pérdidas que se transformaban en el paraíso cuando estábamos juntos; noche fría de aquel Diciembre donde te conocí, maldita noche que me desgració los días… principalmente las noches que como la actual predomina un insomnio el cual lleva tatuado tu nombre en mis recuerdos. No es justo que mientras yo esté aquí sentado escribiendo letras que quizá jamás leas tú te oses a descubrir nuevos mundos en otro universo; universo en el cual yo no existo… no es justo que goces de felicidad a costa de mi nostalgia, causada gracias a tus mentiras, hermosas mentiras que como un idiota creí; es tan estúpido pensar que a pesar que me advertí a mí mismo lo que podía pasar, me enredé contigo tan predeciblemente como el final que nos diste; tan limpio, tan rápido, tan profesional… no dejaste rastro, no dejaste huella, todo fue perfecto; me quedé solo, esperando a que volvieras, alucinando con tenerte otra vez aunque sea la última, rogando al destino que nos crucemos en esa calle de todos los días a las 3; calle donde fui dichoso al conocer la felicidad que me traías, calle que hoy duele visitar porque el corazón sabe que no te volverá a ver; corazón que hoy no siente ganas de nada porque no sabe si es peor estar llorando tu ausencia o extrañando tu presencia, créeme en serio que no es justo.
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