Sumisa
ingenua
Inocente
sonriente.
Lo invité a cenar
un buen vino tinto para arrancar
el plato principal, sería mi cuerpo (y el suyo)
pero para engañarlo un poco
porque él sentía que con su alumna
no
se podía
jugar,
le preparé unas ostras rellenas
comida afrodisíaca por excelencia
que alimenta el deseo sexual,
según informaba internet.
«Profe, cenamos juntos?»
le pregunté con un emoji de carita sonriente,
enviado por wp.
«Tengo dudas con un paso de baile,
y necesito practicar»,
acoté para chamuyar.
El tipo la dudó
¿Cómo se iba a juntar con una alumna menor?
Yo 19
él 36.
Pero le dije que no necesitaba ser adulta
para que me enseñe
a bailar bien.
Vino al dpto,
a las 22:00
trajo un malbec,
le sumé un torrontes.
La alumna tranquila,
callada,
ingenua,
desató sus demonio,
lo sentí con mi mano
cuándo «sin querer» lo rocé.
Con la excusa del clima
y que todo estaba húmedo
todo
húmedo,
tuve que vestirme sensual,
No quedaba más ropa en el placard.
Me puse una pollera negra de raso
camisa abotonada,
sostén de encaje, que algo insinuaba.
«Ví», la cara del profe,
y
cuando íbamos
por la segunda copa
encendí el velador
luz roja,
música tranqui.
Se desataban sus fantasías,
y yo,
con mi carita de inocente
y la ingenuidad que para él me caracteriza,
le dije «Profe, me enseñas hacer masajes»
el flaco no daba más
y a mi juego me llamaron.
No tardó mucho en descubrir
el portaligas que escondía mi pollera de raso.
El juego se puso intenso,
me pedía uno poco más,
más
más,
cuando lo pudo registrar
él estaba desnudo,
esposado
dominado,
conociendo por completo el poder de mi látigo.
Y a diferencia de lo esperado
el profe
no imaginó
que este acto tan «irreal»
podía volverlo así de loco.
Cuando logró que lo soltara,
tomó sin tapujo el control
Y disfrute tanto del momento,
que como la «alumna» sumisa,
que soy,
permití que me dominará
Y recupere su rol «DEL PROFESOR»
(Gime. E)
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