FINALES

Todos los finales cuestan; sí, cuestan tristezas, desilusiones, dolores e incertidumbres ¿Y qué hacemos? Creo que nada, la vida es de momentos y todos sabemos que incluso nuestra estadía aquí en la tierra es efímera, y nuestra partida es inminente en algún momento. En conclusión y detallando lo anterior, tenemos que esmerarnos en dar lo mejor de nosotros a cada instante, teniendo en cuenta que absolutamente nada durará para siempre, y entendiendo que los momentos son simplemente eso, momentos.

Pretendemos ser indiferentes ante la realidad que vivimos día a día, pero lo cierto es que somos en contexto seres fugases que nos aferramos a innumerables fantasías que no serán permanentes. Creemos que nuestra juventud y la vida son eternas, pero no, algún día tendremos que despertar de esa burbuja imaginaria que no existe, que no es cierta, que no es la verdadera realidad.

Pensemos por un momento en lo ilógico que llegamos a ser cuando rechazamos la oportunidad de vivir completamente felices sin aferrarnos a lo irreal, a lo que no nos genera alegrías profundas y permanentes, a lo que no llena nuestras almas y mucho menos nuestros corazones del éxtasis de la vida.

Creo y pienso que los seres humanos tenemos un enfoque en lo superficial, en lo que es convenientemente mejor para la sociedad, nos preocupa desmedidamente el “qué dirán”, y no nos esmeramos en observar con un profundo análisis lo esencial del ser, cosas maravillosas que son invisibles a los ojos. Sí, ciertas cosas como la intelectualidad, el carisma, la chispa y la magia del verdadero amor que todos llevamos en nuestro interior y en nuestro corazón, pero que nos cuesta tanto demostrar y reflejar ante los demás.

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