Esta historia está dedicada para todos los que en algún momento han sentido el dolor de un amor no correspondido.
El día que te vi supe que irremediablemente me romperías el corazón, que me joderías, que estaba en la boca del lobo y que si no huía de ahí iba a terminar envuelto en una historia de dolor y amores que no son mutuos.
Llegaste a mi vida como un huracán, yo tenía todo arreglado, sabía que quería para mi futuro, todo estaba perfectamente planificado y tú llegaste a cambiarlo todo a revolucionar mi mundo. Y allí estaba yo viéndolo todo, viéndote. Eras hermosa, tenías unos ojos en los cuales juro que me perdí desde que los vi, unos ojos que me hacían caer rendido a tus pies. Tus labios tan rojos y a la ves tan prohibidos, eras magia hermosa, y lo mejor es que ni siquiera lo notabas, esto causaba cierta espontaneidad en tu alma, que encantaba, llegabas a mi vida con todo ese encanto y lo único que podía hacer era admirarte, desde lejos, a una distancia que me mataba.
Yo sabia que no me querías, porque alguien con tanta luz, no se podría fijar en una persona que era tan normal.
Me dijiste tu nombre, Magdalena, un nombre poco común pero que venia cargado de tanta fuerza como tú. No me hablaste más, solo me observabas, tal ves te causaba curiosidad toda la tristeza que alguien como yo cargaba.
A la semana nos volvimos a encontrar, yo me arriesgue a hablarte, y tu solo escuchabas con atención, mientras yo poco a poco, iba desnudando mi alma, te contaba mis sueños, mis miedos, mis secretos más ocultos, en algunos momentos me interrumpías para hacerme algunas preguntas, las cuales yo obviamente respondía con la mayor sinceridad del mundo, en ese momento mi corazón latía a mil, yo quería contártelo todo, yo quería que tú me conocieras, también debo admitir que pretendía parecer interesante ante tus ojos, pero eso solo fue uno de mis intentos patéticos por llamar tu atención. Mientras yo me desbocaba en esfuerzos por mostrarte todo mi ser, tú en cambio, eras demasiado discreta, no me decías casi nada sobre ti o bueno me contabas lo necesario, lo básico, lo que tú querías que yo conociera de ti.
Eras para mi un misterio y yo para ti era un ser vulnerable, del cual ya conocías hasta el más mínimo detalle…
¡Que ironía! Yo mismo te di todas las armas para destruirme, para que rompieras mi corazón de todas las formas imaginables.
Paso un mes desde que te vi. Para ti fue un mes normal, en cambio yo estaba prácticamente agonizando, me moría por saber de ti, por escucharte, por verte, por hablarte. ¡Joder! Como se puede sentir tanto amor por alguien que solo se ha visto dos veces, como es posible que estuviera enamorado de ti, Magdalena, mi Magdalena, no ves que mis ojos se mueren por ti, que esta distancia que existe entre nosotros va a acabar conmigo.
En las noches todo es peor, te recuerdo aún más, me imagino estando a tu lado de la manera más inocente posible, porque si, este amor no es de ese amor carnal, no mi querida Magdalena, este amor supera el nivel de lo físico, es una conexión de mi alma hacia la tuya, pero tristemente tu alma no siente lo mismo por mí.
Por fin después de un mes de torturas para mi corazón te volví a ver, estabas más hermosa que la ultima ves que te había visto, radiante, llena de luz, pero aún más distante de mí.
Me sentí un idiota, como era posible que me sintiera así de mal y tu no lo notaras, como no veías que mi corazón estaba agonizando y necesitaba de ti, de tu atención, de tu mirada, de tu amor.
Llego el momento, nos acercamos a hablar, y lo entendí todo, entendí porque tu nunca me habías notado, porque nunca habías puesto tus ojos en mí. Estabas enamorada de alguien más, ¡ay mi Magdalena!, tu y yo compartíamos el mismo sufrimiento, tu por él, y yo por ti. Mi preciosa, cuanto puede doler el amor.
Ese día apenas la mire a los ojos, note una profunda tristeza, lo vi, mi Magdalena también sentía el dolor de un amor no correspondido…
OPINIONES Y COMENTARIOS