El color del corazón.

El color del corazón.

Gena Amaya

22/06/2018

Érase una vez un niño llamado Enrique de aproximadamente 12 años de edad que cursaba primer grado de secundaria, él tenía una particularidad por la cual era discriminado y muchas veces maltratado en la escuela, él era mudo por lo que escribía en una pequeña pizarra para comunicarse con las personas con quienes deseaba, pero los niños no entendían que expresarse de esa forma no era razón para ser evitado y muchas veces burlado de manera desagradable.

Y un día como cualquier otro Enrique tomaba en sus pequeñas manos algunos lápices de colores que abrazaba fuertemente hacia él pues era un regalo que su madre le había hecho hace algunas semanas, caminó hacia su asiento y se dispuso a colorear los dibujos que él había dibujado con esmero en sus cortas vacaciones, en eso uno de sus compañeros se acercó tomando uno de los dibujos y riéndose de Enrique dijo:

-¿Crees que un ser como tú puede dibujar bien?-sonrió al terminar de hablar mientras partía a la mitad el dibujo.

Miro fijamente a su compañero y en la pizarra escribió mordiéndose fuertemente los labios tratando de guardarse las lágrimas que imploraban salir, termino de escribir y le mostró en la pizarra que decía lo siguiente “Soy mejor que tú en muchos aspectos, soy mejor que tú si lo crees de otra forma ven y demuéstralo”, su compañero al terminar de leerlo lleno de rabia lo agarro de la camisa estampándolo contra la pared, Enrique no bajo la mirada, simplemente se quedó mirándolo fijo y como si fuese un milagro la campana sonó y la profesora entro a dar sus clases correspondientes, ella no noto nada extraño como siempre todo estaba calmado pero aun así sentía que algo estaba pasando, miro con preocupación a cada uno de ellos hasta encontrarse con la mirada vacía de Enrique quien estaba mirando al suelo mientras sostenía su dibujo que estaba en dos pedazos, decidió ignorarlo por el momento y hablarle después de clases pues de otra forma no sería adecuado hacerlo.

Tiempo después sonó la campana para salir de clases, era hora de irse a casa Enrique guardaba sus cosas en su mochila casi todos habían salido, cargo sus cosas y al dirigirse a la puerta la profesora lo detuvo agarrándole del hombro mientras le señalaba una silla para que ambos pudieran intercambiar ideas, ella vocalizando y él escribiendo en su pequeña pizarrita, conforme ella iba hablando él se ponía más nervioso, sus manos comenzaban a temblar haciendo que las letras se distorsionen de apoco, logro expresarle todas sus inquietudes respecto a sus compañeros a base de palabras que al parecer tan sencillas lograban transmitir más que cualquier vocalización.

La profesora decidió hacer algo al respecto, despidió a Enrique con un cálido abrazo haciendo que el llore abrazándola pues necesitaba que alguien le de cariño diciéndole que él no es un ser extraño, diciéndole que él también tiene derecho a ser aceptado en algún momento, después de calmar el llanto por primera vez haciendo señas con las manos le dijo “Gracias, en verdad gracias” cuando enrique se fue la profesora se fue a casa donde investigaría hasta altas horas de la noche.

Al día siguiente brindo la información adecuada a los alumnos a base de trípticos, ellos se profundizaron en el tema, la profesora con una taza de café sonrió, no sería fácil cambiar tantas actitudes en un solo día, pero lo haría con el tiempo adecuado y la motivación que le sobraba, le bastaba ver en los ojos de Enrique un pequeño brillo que iba resplandeciendo poco a poco dentro de él.

Pasaron semanas aquellos compañeros que tanto lo molestaban le dieron apoyo, Enrique agarro un marcador mientras que sin darse cuenta algunas lágrimas comenzaban a escapar de sus ojos, con nerviosismo escribió en la pizarra:

-Los sentimientos no solo se expresan a base de palabras vocalizadas, yo también puedo dar a conocer mis sentimientos, puede que mis palabras ante sus ojos sean a blanco y negro pero para mí está a todo color… si desean puedo dejarles ayudar a pintar mi mundo- con miedo se dio la vuelta para ver a sus compañeros quienes con unos plumones de colores acompañaron las palabras a blanco y negro de Enrique dándole color, un color del corazón.

FIN

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