«LUZ MARINA Y GONZALO»


«LUZ MARINA Y GONZALO»

El amor y la alegría danzan crecientes en el tiempo, no sólo la naturaleza el sol y las estrellas crean su compás.

Mí familia también crea sus momentos, compartiendo instantes que van creciendo en sentimientos.

Explícitos, atados cuál cuadrícula en unión infranqueable, es el recuerdo que lleva a plantear cuanto he envejecido.

Las caras de mis hermanos y las facciones de mis padres son un verdadero tesoro forjado y plasmado cincuenta años atrás.

No sólo la humildad caracterizó nuestras vidas, el despertar de ideales prácticos o simples hechos domésticos.

Un ejemplo común…

-Luz Marina- mí madre, en sus queaseres cotidianos sin dejar atrás el glamour y el de sus hijas e hijos, todo en forma modesta con la distinción a flor de piel.

Elaboraba trajes para mí hermana y para mí, al igual -mí padre- buscaba siempre que todos sus hijos hombres y mujeres llevaran el toque perfecto, para la ocasión perfecta.

Gonzalo hombre trabajador serio y estricto, desfogó su amor y alegría en su triada convicción del trabajo, hogar más muros y ladrillos, mientras mí madre creaba el apoyo y eje del hogar.

Los dos completaron ese centro maravilloso de techo, convivencia, fidelidad, hermanabilidad y todo un sinfín de ramas fructiferas que hoy celebro, como en los tiempos aquellos de prudente florecer armonioso y cálido.

En éste cenit familiar, nació el mundo del derecho y el deber.

-Nostálgica composición- «estudio y construcción» fuimos creciendo al igual que los ladrillos y bloques de nuestra casa, pero siempre con el brillo en los ojos y la sonrisa en los labios, no falto uno que otro momento de llanto y enojo cuando no se quería colaborar.

-Tiempos de no olvidar-

El amor siempre presente, la «diversión simpática» rondaba el momento, no importaba el lugar o la ocasión.

-Allí asechando estaba- hablandole al oído al más pequeño pelirrubio.

-Que decir-

La perspicaz de mí hermanita o -tal vez- el mayorcito vivaracho y astuto la atrapaba de una tenaz llamada.

Y -el juego comenzaba-

En el rincón o bajo la mesa -así- se tajaba el silencio, se escuchaban carcajadas y nuestros padres solo se miraban.

-Sonreían-

Y frente a nosotros, desfogaban con una simple mirada la pregunta.

¿Qué es lo que pasa?

El momento lúgubre llegaba…rostros cabizbajos y analíticos retomaban el tiempo del deber asignado, pero no tardaba la alegría en tomar fuerza y cubrir los cuerpecitos frenados minutos atrás.

Se levanta el sello de la labor y el descanso cobra vida, pero ser niño no guarda diferencia, hasta que el sueño llama y todos en pijama, con oración culmina el día.

-Simplificando-

A esa fuerza magnética que entrelaza nuestras manos, también entrelaza nuestras almas, las edades.

El tiempo, las distancias no son obstáculo para un compartir con amor y alegría, siempre el rugir abrazador que dice «tienes mí apoyo»

Permanece hasta cuando llega el día que las aulas, exigen cada latido del corazón y el criterio fervoroso del número y la letra, de la ecuación y la composición, del cúmulo de materias a las que se debe cumplir.

Aquí…

«El tiempo se detiene» crecen las preguntas y faltan las respuestas.

Es hora que…cada uno salga adelante, queme neuronas con compromisos a padres y maestros, como así mismos.

-Claro que se puede-

Cuanto argumento buscar o cuanto cortar.

-Sólo así-

Como el flequillo geométrico característico de dos chicas, una mí hermana y por supuesto yo, luciendo moda sin vanidad.

-Clases-

El cambio rotundo, el atuendo perfecto, algo igual pero diferente a la vez, vestidos similares con pensamientos diferentes, la decisión más viva y pareja, pero determinante y compleja.

-Fue aquí-

En ese tiempo, en ese instante que mis padres llenaron sus sentidos y sellaron el esfuerzo que desde bebes nos forjaron.

Camino que a cada uno, en los mismos brazos, en el mismo eje, en el mismo techo y con un sólo objetivo debió absorber, fundir, moldear, cerniendo el canal de un horizonte independiente y libremente esculpiendo los propios destinos.

Mis otros dos hermanos también forman parte del legado, ellos lejos en hogares distintos, también evocan los momentos con su padre, cuando compartían en ocasiones los compases de la vida.

Sus rayos de luz, hoy forjan a sus hijos, ellos siempre lejos, pero cerca uniendo un lazo siempre vivo.

Las calificaciones recibidas desataban las batallas más sangrientas en el alma.

La recuperación lenta cultivaba la tristeza, se oxidaba el sentimiento de tanto llanto y crecía el moho de la desesperación, hasta cuando la voz maternal llegaba con su lazo de amor impregnado de alegría diciendo «tú puedes» y nuestro padre en medio de su ciclo reflexivo, abre su poder de brillo más escondido diciendo «A estudiar más, todavía hay tiempo»

Es el lema de los padres como el mío.

Todos hablaron de lo mismo, desde los abuelos, tíos, primos, medio hermanos, sobrinos y un singular compuesto de familia, que cruzó el mismo sendero espinoso y florido.

A un lado quedaban los juegos de escondida, cinco huecos, aros, pikes, carrera de esferados, congelados, jazz, stop de colores o el escape por tejados y ventanas para un ratito de esparcimiento y ése ego de ganador encendido.

Hoy en día el criterio se volvió nuestro amigo, tanto hermanas como hermanos valoramos esa niñez que compartimos.

Así, creció el amor que rondó a nuestros padres recién se conocieron, alegremente cristalizaron su unión en un tibio hogar y la llegada de sus hijos, de ésta forma no olvidaron jamás el sol que acarició sus caras, los prados que escucharon sus más íntimos secretos y el atardecer que no quiso morir brillando feliz, al son de sus besos FIN.

Dedicado a mí familia.

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