Una levedad,
inmediata e incorrecta,
florece entre rendijas
de terciopelo.
Y difama,
sin reveses opacos,
el truncado sinfín
de glaucos olvidos.
Infausto levité,
firme y aislado,
por las distantes cercanías
de tu rojiza ensoñación.
Vacuo el hoyo de tus entrañas…
¡qué insania sin contención
hastía este devenir doliente!
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