El Principiante (parte uno)

El Principiante (parte uno)

Lafh Hdde

01/10/2018

I

Estaba Juan en su habitación, a penas podía verse algo. Atardecía, la luz roja del sol en la ventana y el cuarto, que para un individuo normal, debería estar solo a esa hora del día, formaban un ambiente melancólico. Juan se suicidaría ahí.

¿La razón? Porque la vida no tiene valor – «No son las guerras»- se decía -«ni el sin fin de porquería que tanto me aterra. Es sólo lo que en mi interior pasa. Soy un trabajador más, vivo para trabajar y trabajo para vivir ¿No es eso lamentable? Ni siquiera sé qué otra cosa hacer»

El método escogido: ahorcarse. Lista estaba ya la soga, se la colocó para proceder a dar el último paso.

«Adiós mundo. No entenderé para qué seguir contigo. Veré mi vida y obra, las maldiré como hago ahora, pues considero mis acciones vanos intentos por conseguir lo absurdo, y yo desprecio lo absurdo… Ya no te amo más vida». En ese instante sonó su celular. Contestó.

«Bueno» – «Hola buenas tardes señor -(la voz al teléfono hablaba algo rápido)- mi nombre es Juan y soy de la compañía de Movitel llamo para ofrecerle nuestros excelentes beneficios. Dígame ¿Cón qué compañía cuenta usted en este momento?» – «Mi amigo, estoy en una ocasión especial. Por favor, no vuelva a llamar. Gracias» Colgó

«¡Puta madre! Tan a gusto que estaba… ¿En qué me quedé..? Ah sí, me iba a matar». Se volvió a preparar para el último paso, hizo estiramientos (¿?), repitió «Ya no te amo más vida», colocó la soga al cuello y… Volvió a sonar el teléfono.

«Bueno» – «Mijo -(era su madre)- ¿No te puedes fijar a ver si no dejé prendida la olla?» – «[Refunfuño] No jefa, no dejaste la estufa prendida» – «Ay gracias mijito».

Volvió a prepararse. Soga al cuello, «ya no te amo más vida», bla bla bla, y por fin. Ahora sí dió el paso.

II

Despertó Juan en un hospital. La habitación típica, con luz blanca, una repisa de medicinas y sus diagramas médicos del cuerpo. Estaba conectado a un aparato de oxígeno.

Entró su madre acompañada del médico. «Oh, despertó» – «(pero qué inteligente – pensó Juan – cómo supo que desperté» – «Oh hijo mío [llorando] ¿Qué hice mal?» – «No pasa nada ma… -¡pero claro que sí pasa! Ni para suicidarte sirves ¡Dios, qué le habré enseñado a este chamaco! – ¿cómo es que me salvé?- «Es que compraste la soga más barata de la tienda, se rompió rato después de que te colgaste» – «Aproximadamente cuatro minutos – dijo el médico – le calculo» – «Y yo me regresé para ver si estaba cerrada con llave la puerta del patio, por eso te encontré…»

Entró un individuo bien vestido, peinado, formal; con una libreta y pluma. «Juan, él es Víctor Ramírez, tu psicólogo asignado» – «Hola Juan» – «Los dejamos solos» Y salió el médico acompañado de la madre.

«Veamos, Juan ¿Cómo estás?» – «Acostado, como me ve» – «No. Me refiero a cómo te sientes» – «Bastante adolorido» – «¿Te dejó tu novia?» – «No. Me duele la cabeza» – «Entiendo. Ahora hablemos de cómo te sientes emocionalmente. Platícame – hablaba con amabilidad – ¿Por qué querías suicidarte? ¡a caso tuviste algún percance con tu madre?» – No, nada de eso. Mi madre es la mejor del mundo.» – «(Interesante – pensó en sus adentros -. ) Platícame entonces, Juan ¿Te hacen bullying en la escuela?» – «No. Todo tranquilo con mis compañeros.» – «(Qué raro. Un chico que no sufre problemas en… ¡Seguro en otra parte hay problemas!) ¿Trabajas? Dime cómo te la llevas con tus compañeros.» – «Pues todo bien. Son amigables hasta eso» – «A ver: no tienes broncas con tu mamá; en la escuela todo va de maravilla; y no vas a decir que en tu trabajo no tienes un buen sueldo, algo, no sé?» – «Pos no»… –

Pasó un rato. – «Señora, su hijo no está grave» – «¿Qué es lo que tiene doctor?» – «No soy doctor, sino psicólogo; pero ya que lo pregunta, su hijo sólo tiene mal carácter: es muy sarcástico y algo pesado. Tiene un humor incomprensible y es intolerante al exterior. Por eso le receté estas pastillas» – «Ay gracias».

III

Estaban Juan y Pablo en el Parque Rojo, y vieron pasar a un par de muchachas bastante bonitas. trataron de abordarlas para así conquistarlas, sin éxito.

-«Demonios Pablo ¿Por qué nunca tenemos éxito con las nenas?» – «Bueno, algo es ya seguro: saludarlas en alemán no funciona» – «Sí, y la próxima vez, preguntemos por el número en vez del celular»-.

Rato después pasaron por el palacio municipal. Afuera estaban los ajedrecistas. Se detuvieron a jugar, pues querían mostrar toda su capacidad. Perdieron todas las partidas.

– «¿Cómo es posible que una niña de ocho años me haya hecho mate en dos?» – «Dejaste la diagonal de Rey indefensa. Lo que me sorprende a mí es cómo con puro peón me quitaron todo»-.

Al final iban pasando por un bar*1 de heavy metal y hard rock. En ese bar hacían la llamada hora del Rock*2, y creyeron que sería bueno entrar. seguía One de Metallica. Cuando llegó el solo de Juan, todos lo abuchearon: meseros y clientes lanzaron comida y latas al escenario. La recepcionista chichona veía con pena ajena al chico. Juan y Pablo salieron corriendo de ahí.

-«Cómo es que salió tan mal la cosa?» – «Bato Te acuerdas que ese fragmento está en mi?»*3 – «Sí. Está en mi mayor» – «Wey ¡Es mi frigio, no mi mayor!».


*1 El Bretón

*2 Así le llaman a la hora de la improvisación, en dicho bar, cuando cualquiera se puede subir a tocar, como una Jam, pero de rock.

*3 One se compone de dos fragmentos. el primero en do menor y el segundo en mi frigio.


V

Un año después, Juan y Pablo se dispusieron a tocar. Estaban al fin preparados y se dirigieron al Bretón, instrumentos en mano. Esta ocasión se presentaba el Pilla Metal Quartet, conformado por cinco músicos: vocal guitarro*1, guitarra, bajo, batería y teclado.

Hubo presentación de dicho ensamble y se abrió la hora del Rock.

-«No se te olvide Juan, es Mi Frigio- chingó Pablo – No la vayas a cagar nuevamente» – «No cabrón, ya me sé todos los modos en todos los tonos»-.

Pablo seguía chingando con que Mi Frigio, a tal grado que, empezando la canción, Juan hizo dicha escala. – «Wey – dijo Pablo – Mi frigio pero en la segunda parte» – «Sí, ya recuerdo, es do menor» -.

Comenzaron de nuevo. Esta vez sí les quedó bien. Se acercaba la segunda parte de la canción, Juan se sentía nervioso, pero logró acordarse de los tonos e ignoró aquellas imágenes de latas vacías y comida que les aventaban hace un año.

El cocinero, los meseros y la recepcionista chichona, quienes habían estado presentes un año atrás; y el público, escuchaban a Juan rifársela en su solo, pues dominaba el famoso modo frigio, y sabía variarlo conforme la canción lo permite. Explotó su diapasón en un venir y devenir de escalas y arpegios nunca antes escuchados sobre One.

Pablo y los músicos se detuvieron, mientras Juan seguía con su solo increible, que sonaba tan maravilloso; tan terriblemente rifado; tan bien hecho; tanto que iba mal con la canción y en su conjunto sonaba horrible. Nadie imaginó que de tanto estudiar la cagaría nuevamente.


*1 Cantante con guitarra


VI

A Juan le entró una sensación desagradable de fracaso. Se le acercó la lider del cuarteto, Pilla, y habló así – «Hola muchacho, tocas bien» – «Ja, hace un año lo hice aun peor ¡Y yo que practiqué tanto, jurando así que jamás la volvería a regar!» – «¿Cómo te salió aquella vez?» – Horrible. Sobre mi mayor todo el tiempo» – «Uff» – «Lo sé. Estudié todos los modos para que no pasara de nuevo; cada tono, mayor y menor con variaciones; no me queda claro cómo es posible fallar así después de tanta preparación. Ya sabía cómo pasar de un modo a otro y derivar machín ¡Ni así!

-«¿Estudias en la UdG?» – «Sí» – (Con razón)»Mira, si te digo en qué fallaste ¿me prometes que no hablarás con tus maestros de mí, ni dirás nada sobre este sitio? Pues supongo que ni se imaginan que vienes a tocar.» – «Sí, así es.» – «Genial, entonces no hables, pues, de hacerlo, te prohibirán venir ¿Hecho?» – Hecho. – «Ok. Tu problema es que sabes tanto de teoría, pero con un enfoque a saber si es dórico, o mixolidio, o su madre. En vez de hacer algo melódico, resulta ser un ejercicio de método. Si hubieras sentido más tu solo, las escalas rifadas te habrían salido naturalmente y no habría sonado tan culero ¿Me entiendes? Porque el músico debe tener la capacidad de sentirlo, aunque no esté preparado para usar tanta combinación, mejor usa lo poco que sepas, pero bien.

Juan comprendió todo – «¿Un trago?» – «¡Claro que sí Pilla!

VII

Era una hermosa tarde de otoño, llovía, pero más hermosa era la vecina del catorce, por quien Juan sentía un interés y deseo apasionado, y la veía pasar diario por su casa.

Aquel día volvió a pasar con sus bolsas de mandado, mientras él la veía idiotizado. Por fin se atrevió a hablarle.

-«Hola vecina» – (¿?) «Hola [Sonríe]» – «Ehh… este… ¿Cómo te llamas?» – «Mireya ¿Tú eres..?» – «Ah… Em… Soy Juan. Sólo te veía pasar y…».

[Al día siguiente]

-«Mireya – le habló a unos metros de distancia» – «Hola Juan… ¿Qué es eso? – Juán tenía algo en la mano, escondido, para Mireya. – «Ah sí. [Lo muestra, es un racimo de cilantro] Te traje una flor [Se la da]» – (¡Dios mío!) «¡Juan, esta es la flor más bonita que me han dado, pues a decir verdad es la única! Gracias» – «De nada»

Juan se preparó para dar el primer beso. Sólo puso los labios de pato en el aire y cerró los ojos, pues , en cuanto le dió el cilantro, Mireya se hubo volteado para su casa, ilusionada, con su regalo tan florido.

Esa misma noche estaba Mireya en su casa, hablando por teléfono con una amiga y le contaba lo de Juan – «Ay amiguis ¡Es el muchacho más lindo del mundo! Ni siquiera me conoce y ya me dio un cilantro ¡Pero vaya que es hermoso, pues la intención es lo que cuenta!» – «Cuidado amiguis ¡Ese tipo es un acosador!» – «¿Por qué dices eso amiguis? Él no es eso. Me preguntó mi nombre.» – «¡Es un degenerado! Seguro quiere violarte. Ya se te acercó, sólo dios sabe qué clase de cosas planea contigo.» – «¡Ash no! Es tan simpático…» – «Es un cerdo…» – «…tan carismático…» – «…seguro te quiere por tu cuerpo…» – «…tan tierno…» – «…¡Ojalá le corten el pito y se lo metan por el culo para que se le quite lo pervertido!»

Mireya se preocupó por la actitud de su amiga. – «¡Ay amiguis! ¿Por qué tanta negatividad?» – «¿Te parece normal que en una ciudad mueran cada año siete mil mujeres?» – «Ash ¿Eso viene al caso?» – «¿Cómo que si viene al caso? Significa que los hombres son malos.» – «Ash…»

Sonó su celular. -«Espera amiguis, me llaman»

Contestó. -«Bueno» – «Hola buenas tardes mi nombre es Juan y soy de la compañía de Movitel para ofrecerle…» – [Gemido]»Oh Juan ¡Cuánto desearía que volvieras nuevamente a mí!»

El bato se chiveó, y ella se dió cuenta de su estupidez, con bastante vergüenza. – «Ehh.. este… ¿Tienes algo que hacer este fin de semana muñeca?» -.

Colgó.


Fin

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