La hora de un homicidio ejercido por mano propia.

La hora de un homicidio ejercido por mano propia.

DM

03/06/2018

Resuenan en la oscuridad las cadenas oxidadas que proliferan, meciéndose, entre el denso aire de sollozos y muerte emocional. Han pasado sólo unos segundos luego de que el temblor cesó. Todavía se agita, sin embargo, dentro de mí, cada emoción. No puedo ser totalmente consciente de lo que hago, quizá en mi más pesada borrachera estaría aún más cuerdo de lo que ahora estoy, pago cada uno de mis pecados olvidados con los gramos de locura que me sepultan, no sé a qué se debe está condena que mi pasado ha comprado.

Ese rígido óxido que se adhiere a lo que fueron brillantes cadenas de hierro, no se diferencia mucho a está piel que se aferra a lo que contiene. Miserablemente puedo comprender qué es lo que encierra, pero pierdo el apetito de la sabiduría, no vale la pena saber más, con saber que mi deber es aniquilarlo ya lo tengo claro, es la ley divina, ordenes de Odín o Zeus, de mí, de ella.

Me sobresalto, mi cara se pone pálida, si en esta oscuridad hubiera un mínimo rayo de luz de luna, bastaría con que golpeara mi cara para que toda la celda quedara plenamente iluminada. Mi macilento rosto pesa, siento como cada pliego firme e inmisericorde intenta desprenderse del conjunto de mi piel expresiva, estoy agotado y abrumado de esta oscuridad, no la de mi entorno, en el fondo todo calla, el silencio me enloquece, el hormigueo en mis pies se hace intenso; son los granos de arena que anuncian la muerte de este frágil reloj de carne que cuelga del vacío, a la deriva siempre, buscando la palabra que no entiende pero ininterrumpidamente pronuncia: esperanza, esperanza, esperanza, repitiéndose hasta que el infinito se cansa. Me acurruco en la locura a forma de consuelo, es mi nueva madre, dicta cada palabra que se convierte en cosa, mis manos ven mis ojos, mis venas dicen la frase en forma de pulso, soy sangre, soy. Sangre soy. Sangre.

Es el único reloj que me queda, aquí el tiempo dejó de importar, no fue mi decisión, él sólo huyó, no sé si por temor corrió escabulléndose entre los barrotes de la celda y me dejó solo, inmóvil.

Olvidé repetírmelo: Soy inútil. Así me dejaron, así lo imploré, propugne que no merecía misericordia, que todo castigo era nimio, para asegurarme de que no cometiera el mismo pecado imperdonable decidí que me cortaran los tendones de las muñecas y mis tobillos, luego de mucha humillación y burlas, un día un amigo de una sola acción me cedió, con su mano arrugada y cínica, un cuchillo para cometer lo que tanto ansiaba, el cuchillo reposa a mi lado, debajo del catre, debajo del frío, sumergido entre las tinieblas que a mí también me apresan.

Dulce muerte. ¡¿Escuchaste eso?! Aquellas que parpadean, cilíndricas y risueñas, ellas lo han vociferado. Dulce muerte, dulce muerte, dulce muerte, tic-toc, tic-toc, tic-toc. Los grilletes anclados a mis pies no me dejan acomodar bien. ¿De dónde? ¿De dónde salen las voces? No, no las quiero callar, ver sus labios pronunciar, eso es lo único que yo deseo. Pero sólo mis ojos reposan en la profunda oscuridad, al fondo lo mismo: gritos y llantos que bañan con su hedor la atmósfera de mi humilde celda, llegan hasta aquí desde otras celdas igual de sórdidas pero que no son amadas; yo amo la mía, más que mi hogar, soy yo mismo, por eso a veces también la golpeo, la escupo, la orino, la pinto con sangre de mi boca que se mezcla con mi saliva, es amada tanto como yo. Mira, tú, o yo, quién sea, el yo que me escucha, ambos sabemos que ellos no las aman, sólo las habitan, les da igual, su indiferencia los obliga a hacerlas su cama a veces, su baño a veces, su refugio a veces, pero yo la amo, estoy loco por ella, la amo tanto como a mí, es mi reflejo, mi personalidad, vibra conmigo, palpita conmigo, siento incluso que es más yo que yo.

Comienzo a reír fuertemente, es tan hilarante saber que algo, un concepto, una celda, inerte, está más viva que yo. El no sé quién de al lado me grita que me calle, que no lo dejo dormir. ¿No sabe él acaso que lo que no lo dejan dormir son sus propias expiaciones? En mí caso, yo sí lo sé….bueno eso y esos asquerosos llantos de la bruja de la primera celda, esa sí que tiene ganado estar aquí, espero con ansias el día en que sus cuerdas vocales rechinen como las de un violín descompuesto y se rompan dando paso al eterno descanso en este demoníaco lugar.

Llegaste a mi vida y me diste lo que necesitaba, ahora, después de tanto, tantas cenas, haber dormido juntos todas estas noches, haber creado vínculos, haberte cantado para que descansaras y durmieras, hoy puedo afirmar que te conozco más que a mí mismo.

Late mas fuerte, su torrente descontrolado quiere impactar violentamente las paredes que la retiene para escapar.

¿Eso quieres? ¿Eh? ¡Maldita puta! vamos, sal si puedes, toda.

Ser. Soy. Sangre soy. Sangre.

No lo soporto más, moriré en mí está noche.

Acerco mis demacradas manos a mi boca, delgadas y débiles las paredes que la contienen; está es mi oportunidad. Mis dedos imposibilitados ya no responden, o ceden ante el peso de la gravedad. Mi mano se apega a ellos y los sigue en su travesía en busca del fondo que nunca está. Pero las siento en mi piel rebotar, las células, la viscosidad fluir, el carmesí a punto de ser liberado. Hoy no, lengua, ellas merecen un poco de perlas afiladas dándoles la libertad.

Me ungiré en el título de libertador, hoy Dios no es nadie, hoy yo soy más que todo. Arranco un pedazo con frenética rapidez, lo escupo y sigo con otro, siento la tibia caricia escurrirse por mi boca, siento el suave aroma del roció instalarse, como refinado perfume, en el aire que me rodea. Fluye y contagia de vida esta inerte oscuridad, fluye….

La otra por igual debe recibir su salvación, empiezo a sentir el dolor, quema, escuece, pesa, me agrada, lo amo, lo detesto, paso luego al placer, recuerdo, recuerdo, recuerdo……

Gemidos de inocencia resuenan, rebotan, en su eco mi espina dorsal se estira y mis vellos se erizan, la niña pide a gritos que la deje ir, a ella también la liberé, ese día fui más que Dios, fui más que todo, fui su libertador.

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Se expande ahora mi alfombra roja. En su deliberada expansión mi luz oscura cesa su ritmo, disminuye el relojero el intervalo con que el sonido avisa y deja escapar, no siento y tengo sueño, me río, me río, me río, me quejo, me ahogo con mi saliva y toso fuertemente, el de al lado me calla con sus gritos. No soy quién para pelear ahora, los alegatos no me merecen, sólo ella que danza dulcemente a lado de la parca, ella sí, acompañada de la cadavérica anciana, ha venido a buscarme, y la otra huesuda me seduce en su crepitar gitano.

La noche de los demonios ha sido domesticada,

La vida de la infamia y el dolor fue hoy purificada,

He de disponerme ahora a abrirme paso entre la muerte

Porque no regresaré, usurparé su eterno trono, maldito y sempiterno,

Y reinare junto a los otros credos mentirosos, siendo yo la única verdad.

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