Cada palabra tuya proyectaba imágenes, una tras otra. Los momentos de acción, tensión o suspenso con los que contabas el cortometraje del momento siempre era directamente proporcional a la velocidad de tus manos, a las de tus miradas, tus gestos en general. Descarga de sentimientos fui de pronto, yo que me sentía un río interno todavía, moría de vergüenza y buscaba ser alguien más. Como un boxeador ante su pelea final…o lo perdía todo, un combate contra mí misma, otra vez. No prendan las luces de la sala todavía que esto supera a Giuseppe Tornatore, mejor no lo hagan nunca, o mejor me voy cuando te despistes en una pausa y caiga un velo multicolor sobre mis ojos y se baje el telón, que desaparezca mi cuerpo detrás de una bomba de humo, una de esos magos, alguna que me haga teletransportar. Qué hacía disfrazada de Descartes tratando de interpretar la biblia? cargada de respuestas indescifrables, atormentada por el misterio, condicionada por la pasión y atada por el miedo consumo bienes artificiales que no me satisfacen ninguna necesidad natural. Sentir, sentir, sentir, sentir demasiado los tacos en los adoquines, menos mal que ya escapé de ahí, del paraíso. Y estoy en esta maquinaria naranja pero lejos de vos de tus ojos casi tan bellos como tu mirada, no entiendo que me pasó, ni cuándo. Posiblemente fui atropellada violentamente por algo de mi pasado. Los dementes somos condenados a la soledad. “Vengo a terminar mi trabajo” me dijiste, “lo que tanto querías saber…, en tu otra vida fuiste un ave de renegridas plumas, poseedor de majestuoso vuelo y potente silbido, un bello animal salvaje habitante de un bosque impenetrable, pero sobreviviendo en un sitio lejano, dependientemente amaestrado, encerrado en una fría jaula de oro.” y me causó risa.
Ahora y acá sólo con la incomodidad de un suero digo que ya no soy ni quiero ser dueña de nada, mucho menos de alguien, tampoco de mis certezas. Y hoy festejo el amor que está en todas sus formas y sin rencor ni tristeza el que ya no. En el silencio y la soledad me soplan los pensamientos como el viento y así emprendo una caminata repleta de sentimientos y direcciones sin contar con el reloj porque esta es introspectiva, un cambio de estado vía sensorial, no sólo no importa este tiempo sino que desconfío de él. Es un viaje donde se lo supera y mejor agarrarse bien. Total, «Buenos días doctor» diré en un par de horas como buenas noches le digo al resto
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