– Esta vez lo dejo, es una lucha constante. Por recuperar la emoción tanto tiempo perdida y sepultada – dijo a media voz. Su expresión denotaba a la vez cansancio y resolución. Inspiró suave y profundamente sintiendo como su cuerpo se iba soltando al mismo ritmo que el aire recorría sus pulmones.

Fijó su mirada al frente ya más relajado, las sensaciones se mezclaban pero a medida de que respiraba iban siendo cada vez más sutiles.

Miró a su alrededor hasta detenerse en su acompañante, cuya mirada no lo había dejado en ningún momento. Ella apoyó suavemente la mano en su hombro esbozando una tierna sonrisa, esos ojos vigilantes ahora transmitían comprensión, apoyo y voluntad.

Él la miró inquieto, ¿se apiadaba de su locura?, ¿le daría palabras de aliento para después alejarse?

– ¿Sabes? – dijo ella, – esto que deseas hacer no es para cualquiera, se necesita una gran voluntad, cambiar y desarrollarte de forma tan profunda tiene grandes dificultades, muchas caídas y desaliento. Pero quien está emergiendo, poco a poco, es la versión más pura de ti, simple, sin añadidos de ningún lado. Es verdad que las heridas y otros golpes de la vida no desaparecerán; ya son parte de ti. Pero también ellos aportan al conjunto sus peculiaridades, sin ellos no serías como eres. Desaparecería esa riqueza interior que llevas contigo. Es todo un arte integrar las partes luminosas y oscuras de uno mismo, ese arte se llama vivir y tú lo estás haciendo de una manera diferente y a la vez maravillosa… ¿por qué te crees que siento atracción por ti? Yo también he vivido momentos como tú. De forma diferente, claro; por motivos distintos.

Me he enfrentado a mis miedos, a mis carencias y mis heridas. No, no ha sido nada fácil. Cada victoria ha llegado tras innumerables derrotas, te comprendo muy bien.

Poco a poco he ido soltando lastres, poco a poco he ido creciendo; es toda una aventura ¿sabes? Tal vez la más arriesgada y difícil que pueda realizar una persona… por eso verás que son escasas las personas que se aventuran tan profundamente -.

La expresión de él había cambiado, encontrar y compartir con una mujer vivencias así, tan trascendentales y profundas para una persona había tejido un vínculo poderoso y bello. También a él sentía atracción por ella.

Inspiró profundamente y alargó los brazos rodeándola, transmitiendo con ellos y su cuerpo esa ternura que siempre había estado en lo más profundo de él y que ahora le encantaba dejarla salir.

Sus cuerpos se acercaron y casi fusionándose el uno en el otro compartieron el latir de sus corazones, sus respiraciones cada vez más acompasadas y el calor tibio que generan aquellos que se quieren profundamente.

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