Buscando quién sabe qué, volví a leer al poeta de Isla Negra, vi el mar como nunca antes lo había visto. Leí sus aguas de Indochina y al sur de la página, su mundo a la redonda, las piedras amarradas como barcos en reposo, las olas rompiendo en las paredes de un mañana ajeno y demorado.

¿Puede un hombre y su palabra mar, ser el mar?

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