En espiral humosa y deforme

la noche ronda el sueño,

lo somete, lo desafía, 

lo apresa, lo demora.

Las estrellas, antorchas desvaídas,

incendian mis ojos

de insomnio absurdo.

Mi corazón ya no late; galopa,

disemina mis fragmentos,

expande mi sangre,

me arroja a los dominios de la luna,

donde el sol aún no impera,

donde el día

todavía…

es una historia por suceder.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS