MEMORIAS QUE ALIMENTAN AL FUEGO: VIDA Y MUERTE EN OJOS DE LA NOCHE DE CARLOS MIRANDA
Gallardo Urteaga Carmen Guadalupe
Paredes Ríos Gerardo Samir
Rojas Pita Jhan Franco
Ojos de la noche del escritor cajamarquino Carlos Ernesto Cabrera Miranda, publicada en el año 2018, es una colección de relatos ambientados en las costumbres y tradiciones de Cajamarca. Además, reúne historias inspiradas en hechos reales, leyendas locales y experiencias narradas por los pobladores de los Andes peruanos. En el libro, la tradición y la memoria popular mantienen viva la identidad del pueblo y conectan con lo ancestral. Al mismo tiempo, el autor aborda la dualidad de la vida y la muerte, mostrando que ambas se entrelazan como parte natural del ciclo humano y de las creencias que dan sentido a la existencia. En cuanto a su contenido, a través de narraciones breves, el autor explora la presencia de lo sobrenatural en la vida cotidiana rural. De este modo, cada historia mezcla el misterio, la tradición oral y la espiritualidad andina, mostrando cómo el miedo y la fe conviven en un mismo universo. Por todo ello, el propósito de este análisis es convencer a los lectores de que, en la obra, la tradición y la memoria popular son elementos que fortalecen la identidad del pueblo y revelan la conexión entre la vida y la muerte como parte esencial del ciclo humano.
En primer lugar, uno de los temas presentes en esta obra es la tradición que se muestran a través de la narración de la historia el autor rescata costumbres, creencias y modos de vida del pueblo, permitiendo que el lector conozca su identidad cultural y las formas en que esta se transmite de generación en generación. Para ejemplificar, se ha considerado el siguiente fragmento:
Desde aquellos años, en esa hermosa capilla, y en honor de la imagen que la regenta, mejor dicho, en gratitud, se celebra todos los viernes de carnaval, fecha de la develación, y por varios días, entre bandas de músicos, cohetes, fuegos artificiales, coplas, licores y comida para todo el mundo, la fiesta dedicada a un santo desconocido en el pueblo y en el mundo entero (Cabrera, 2018, p. 70).
La comunidad crea una festividad dedicada a un santo desconocido, lo que revela que la religión no depende únicamente de una doctrina oficial, sino que se alimenta de la cultura, las tradiciones y las costumbres que se han consolidado a lo largo del tiempo. La celebración, con música, baile, coplas, fuegos artificiales y comida, no solo recuerda un hecho pasado, sino que lo mantiene vivo en la memoria colectiva, transformando lo misterioso en un motivo de unión y alegría. En nuestra opinión, este fragmento muestra una de las mayores riquezas de la cultura andina: la capacidad de convertir el dolor o lo inexplicable en una fiesta que reafirma la fe y el sentido de pertenencia. Sin embargo, surgen interrogantes importantes: ¿por qué la existencia de un “santo desconocido” llega a ser tan significativa para la comunidad?, ¿hasta qué punto esta festividad expresa devoción religiosa y hasta qué punto es un acto de identidad colectiva?, ¿Qué nos dice esto sobre la relación entre la fe popular y la religión oficial? Reflexionando sobre ello, comprendemos que la memoria colectiva transforma los acontecimientos en rituales, que perduran a través del tiempo, manteniendo vivo un legado espiritual y cultural. Así, lo que en un principio fue un hecho enigmático se convierte en un ritual alegre que, más allá de su carácter religioso, fortalece los lazos sociales y reafirma la identidad de todo un pueblo. Por otro lado, en este libro también se refleja la memoria cultural que permite mantener vivo el legado de generaciones anteriores. El autor la expresa mediante la voz de los personajes y las historias transmitidas, que conservan la esencia del pasado y muestran cómo este influye en el presente. Esto se demuestra a través del siguiente fragmento:
En el pueblo se sabe toda la historia, cosa grave había sido. Dicen que otra bruja, la Zéfira, se enamoró del Rosendo, el marido de la Trini, que no soportó las jugadas ni los brebajes que le daba entercada para que sea de ella, y el Rosendo murió, como dicen, por «mal ajeno» (Cabrera, 2018, p. 35-36).
Este suceso se transmite en la comunidad como un relato oral, contado de boca en boca, que ha sobrevivido al paso del tiempo. La historia de Zéfira, la bruja que, según el imaginario popular, hechizó a Rosendo, esposo de Trini, se ha convertido en un mito que combina lo humano y lo sobrenatural; el desenlace: la muerte de Rosendo atribuida al “mal ajeno” revela cómo la comunidad interpreta la tragedia desde la fe y las creencias colectivas. En nuestra opinión, este relato muestra cómo la tradición oral no solo conserva una historia, sino que también la transforma en una advertencia moral frente a los peligros del deseo, los celos y la obsesión. Sin embargo, surgen interrogantes: ¿hasta qué punto estas narraciones funcionan como lecciones éticas para la comunidad?, ¿qué papel cumple la oralidad al mantener viva la historia?, ¿por qué se atribuye la culpa a la brujería y no a las decisiones humanas? Reflexionar sobre ello permite comprender que la comunidad utiliza estos relatos como una forma de transmitir valores y advertencias, mostrando que los mitos y leyendas no solo entretienen, sino que también enseñan. De esta manera, la historia de Zéfira y Rosendo se convierte en una lección sobre los límites del deseo y las consecuencias de romper el equilibrio moral y familiar.
El libro aborda el tema de la dualidad entre la vida y la muerte. En el siguiente fragmento se refleja cómo el autor presenta esa tensión constante entre ambos conceptos:
Para ganarlo solo que hay que entregar el alma a cambio, y seguro te pide cualquier otra cosita, algún rito o alguna ofrenda» explica. Luego, tirando la mano con desdén dice… «¿Díganme pue, valdrá la vida en este mundo el precio de una simple alma?… ¡Anímense, yo no pido mucho, barato nomá les vendo!» (Cabrera, 2018, p. 108).
El personaje propone un pacto en el que ofrece el alma a cambio de beneficios terrenales, mostrando una actitud de burla y desdén hacia lo espiritual. Al restarle importancia al alma, exalta los deseos materiales y reduce la existencia humana a una simple transacción, donde la codicia y la ambición prevalecen sobre los valores morales. Consideramos que este fragmento no solo muestra una crítica a la naturaleza humana capaz de sacrificar lo más sagrado por obtener poder, riquezas o placer. En consecuencia, surgen interrogantes: ¿hasta qué punto la ambición humana puede llevar a negociar lo sagrado por beneficios temporales?, ¿la vida terrenal puede justificarse al precio de perder el alma?, ¿Qué revela la ironía del personaje: una burla hacia la fe o una denuncia de la fragilidad humana? Reflexionar sobre estas preguntas permite comprender que la codicia y el egoísmo desvían al ser humano de lo esencial, haciendo que busque lo efímero y olvide lo trascendente. Así, el fragmento pone en evidencia la eterna tensión entre lo material y lo espiritual, recordándonos que lo terrenal pasa, pero lo eterno permanece. Por otro lado, la obra plantea una reflexión profunda acerca del destino humano, pues el autor sugiere que, al final, todos compartimos el mismo desenlace. Desde esta perspectiva, la muerte se presenta como un elemento que iguala a todos, borrando las diferencias que separan a las personas en vida y recordando la fragilidad de la condición humana.
Las grandes piedras azules movidas por el agua del canal trituraban las mieses y luego se tenía la harina. «Todo se hace polvo: polvo blanco, harina de la vida; cenizas y polvos grises, el polvo de la muerte», cavilaba don Pedro (Cabrera, 2018, p. 44).
El fragmento expresa la fragilidad de la existencia humana: todo lo vivo termina reducido a polvo, recordando lo efímera que es la vida terrenal. A través de la metáfora del molino, el autor representa el ciclo inevitable de la vida y la muerte. El molino no solo transforma el trigo en harina, sino que también recuerda que todo acaba en ceniza. Esta imagen convierte una labor cotidiana del campo en una profunda reflexión filosófica sobre la condición humana y la transformación constante de la existencia. Así pues, surgen preguntas esenciales: ¿se refiere esta metáfora solo al grano o también al destino de las personas?, ¿la vida y la muerte son opuestos o partes de un mismo ciclo?, ¿Cómo esta visión se vincula con la concepción andina del tiempo como algo circular y renovador? Nos lleva a comprender que el texto no muestra a la muerte como un final absoluto, sino como una fase natural del ciclo vital. Además, la metáfora del polvo nos recuerda que, al igual que el trigo, todos formamos parte de un proceso continuo de cambio, donde la vida y la muerte se entrelazan como dos caras de una misma moneda.
En conclusión, Ojos de la noche es un conjunto de historias basadas en tradiciones y leyendas andinas que busca honrar la tradición y abrazar la muerte como parte de la vida es tejer el hilo eterno que nos une a nuestro origen. La obra consagra la tradición y la memoria oral como los cimientos de la identidad popular, demostrando cómo estas transforman los acontecimientos —ya sean enigmáticos o trágicos— en rituales y relatos que unen a la comunidad. Esta preservación del legado se complementa con una profunda exploración de la dualidad vida-muerte, presentada no como opuestos, sino como fases de un ciclo natural que dota de sentido a la existencia humana. Quien se adentre en esta obra descubrirá un fascinante universo de misterio, leyendas y cultura ancestral. Así, la obra afirma que en la conexión con lo ancestral y en la aceptación de este ciclo sagrado es donde late el pulso inconfundible de la identidad de un pueblo, invitándonos a reflexionar sobre la importancia de honrar y mantener vivas estas tradiciones.
Referencias
Cabrera, C. (2018). Carlos Ernesto Cabrera Miranda. Escritores.org. Recuperado el 6 de septiembre de 2025, de https://www.escritores.org/libros/index.php/item/carlos-ernesto-cabrera-miranda
Cabrera, C. (2018). Ojos de la Noche. Diario Real – Ediciones & Comunicación
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