Y si con cautela y casi agradecido,

me quitara el propio cuerpo, que aún no es mío,

cubierto por cierto, de seudónimos y anonimatos,

y lo pusiera encima de las raíces de un árbol cualquiera,

para confundirlos,

y así no vengan a mi carne dormida,

hasta ganar el justo tiempo, amargo y riguroso,

y encontrar aquellas cosas,

en las que he tenido suerte,

y poder marcharme, de una vez,

agradecido.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS