Pasan las cosas,
pasan…
Y se me incrustan
como metralla
en el pecho.
Mudo de piel,
no de cicatrices.
Empujo la vida
hasta caer;
caigo,
me arrodillo
en el altar del caos
y le escupo.
Renazco
sin nombre,
sin manual,
sin Dios;
como salamandra
en agua sucia.
Veo tu ombligo,
lo cruzo,
me cuelo,
vuelo
con el placer
infinito,
sanador,
que rompe
con todo.
Duermo
mecido
en su ternura;
despierto
y ardo.
La sed
es ahora
camino
y lenguaje.

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