Vivo rodeado de cemento.
Bajo mi balcón, por las noches,
desdichados regalan su alma a los fulanos
dueños de las esquinas.
Buscan lo que no tienen.
El refugio de los besos comprados,
o el remedio del olvido temporal.
Nadie los ve, o eso parece.
Se confunden con los escombros,
o en las casas sin hogar.
Alguien viene a reclamar por amor.
“No es aquí señor. Por las noches,
nos quitamos el alma.”
Contestó, quien supo habitar su cama.
El juicio de quien solo mira,
sentencia que no tienen corazón.
La vida no les fue fácil, y curan sus heridas con alcohol.
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