La Mochila Mágica del Duende Aurelio

La Mochila Mágica del Duende Aurelio

El Duende Aurelio aleteó con fuerza, impulsándose sobre una hoja de helecho mojada. Su gorro, de terciopelo de musgo recién mojado, olía a promesa. Llevaba prisa, pues él es el guardián incansable que lleva en su Mochila Mágica los Derechos de la Infancia a cada rincón del mundo.

Aurelio era diminuto, no más alto que un lápiz, pero su corazón latía pum-pum con la fuerza de mil tambores alegres, iluminando cualquier rincón oscuro. Él odiaba el gris y el miedo. Por eso, no toleraba la tristeza ni la injusticia en ningún niño.

Tesoro 1: La Casita Caliente

«¡Más rápido, Aurelio!», gritó una mariposa mensajera. «¡La niña Tita no siente su casita segura!»

Aurelio llegó cerca de Tita. Sacó de su mochila un hilo dorado, trenzado con murmullos de abuela y calor de pan recién horneado. Lo sopló sobre el techo de la niña. De inmediato, la casa se tiñó de un color caramelo suave, un abrazo caliente que sabía a paz.

Aurelio sonrió. «Recuerda, Tita, este es tu derecho: La Casita Caliente. Es tu refugio. Tus Padres son los guardianes más valientes y su trabajo es ser tu escudo de amor para que vivas siempre a salvo y protegida.»

La luz del hogar de Tita se encendió, confirmando la promesa de una protección que la arropa por completo.

Tesoro 2: El Abrazo Nutritivo

Al instante, Aurelio sintió un vacío frío en la barriguita de Paco. El Tesoro del Abrazo Nutritivo estaba débil. Paco necesitaba amor y alimento para que su energía floreciera.

Aurelio voló hasta la mesa de Paco. Sopló una «Niebla de Cosquillas» que olía a tierra mojada sobre las manos de la mamá, justo antes de un beso.

La mamá de Paco le dijo: «Mi amor es tu energía, y es tu derecho a recibir lo que necesitas para que tu cuerpo y tu mente crezcan sanos. ¡El calor de un abrazo es la mejor vitamina!»

Con ese calor, Paco sintió un deseo dulce de alimentarse. Aurelio hizo una reverencia. «El amor y la buena comida son el motor para que crezcas feliz en cada etapa. ¡Es tu derecho más dulce!»

Tesoro 3: El Colibrí de la Voz

La siguiente parada fue con Mateo, que pensaba que sus ideas eran pequeñas e invisibles. El Tesoro de la Voz necesitaba volar.

Aurelio no dudó. Agitó sobre la cabeza de Mateo el Colibrí de Plata de las Ideas.

«¡Escucha, Mateo!», dijo Aurelio con su voz campanita. «Tienes un nombre y una forma de ser que solo tú tienes. ¡Tu voz debe ser escuchada! Cada vez que este Colibrí aletea, suena a ‘¡Sí, tú!’ Tus ideas son tan importantes como las estrellas. ¡Tú eres importante, y tu opinión cuenta!»

Mateo levantó la cabeza, sintiendo el valor de cada una de sus palabras.

Tesoro 4: La Llave Arcoíris

De repente, Aurelio vio a Leo, que jugaba de una forma diferente a los demás, alineando carritos en largas filas. El Tesoro de la Inclusión estaba en peligro.

Aurelio sacó la Llave Arcoíris, que no abre puertas, sino que pinta un puente dorado entre corazones distintos.

«¡Atención a todos!», dijo Aurelio. «Leo tiene derecho a ser diferente y a que lo incluyan tal como es. Cada niño tiene derecho a la ayuda especial que necesita, y todos tienen derecho a que los acepten sin cambiar su magia interior. ¡La diferencia es el color más maravilloso!»

Los niños que estaban cerca se acercaron a Leo, no para cambiarlo, sino para ver la belleza de su juego especial.

Y así, cada día, Duende Aurelio recorre el mundo, asegurándose de que la protección de los padres, el alimento del amor, el brillo de la voz y la magia de la Inclusión lleguen a cada niño, porque esa es la gran misión de una infancia feliz.

Autora: Naiz Francia Jiménez D’arthenay

Derecho de Autoría reservado. N°732//4

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