No te quiero querer

Voy sentada, mirando la nada, cierro los ojos y siento tus dedos acariciar mi cabello.

Eres la única persona que puede tocarlo; no permitiría que nadie más lo hiciera. 

Tus ojos son los más negros, profundos y oscuros que he visto, como la noche más silenciosa y profunda. 

Me pierdo en ellos durante horas, nadando en su oscuridad. 

Siento cómo se me revuelve el estómago, lloro y me digo a mí misma que no te quiero querer. No te quiero querer.

Quiero regresar, volver a ese estado frío, puro, blanco, intocable, impalpable, donde nunca me habían besado. Ya no deseo que mi almohada tenga el olor a Romero. 

¿Qué digo?

¿Qué digo? 

Sí, sí, lo deseo. Quiero oler a  romero  toda la noche, aunque no te quiera querer.

Me desnudo cada día, pensando que son tus manos las que desnudan mi piel, que son tus manos las que tocan mi cuerpo.

Me miro  al espejo buscando la fuerza que hoy no tengo, porque no te quiero querer . 

Pero si tú me quisieras, si tan solo me quisieras… oh, si tan solo me quisieras. 

Sin embargo, en tus ojos la noche sigue siendo oscura. Cuando me tomas la mano, cuando me abrazas, cuando me besas, no te quiero querer. 

Hoy no quiero verte estoy muy débil para eso, mañana seré fría, mañana seré fuerte. 

Prometí no escribir nunca más un poema para ti, y he cumplido pues este vulgar  bodrio, no es más que un texto frío, desaliñado y sin sentido….

Hoy no te quiero querer. 

Pd: Recordar leer este texto hoy, no mañana. 

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