El Delfín Dorado
La noche baila Mambo y se divierte con el escándalo, estrafalarios disfraces la acompañan, se contonea con desenfreno al ritmo candente de la bacanal. El diablo está de fiesta regalando pecados en celofán, ¡ahí viene la cuaresma! va gritando. La alegría es alocada y sabe a orgía. Los cueros de los tambores repican, los estómagos danzantes vibran bamboleando sudorosos pechos desnudos, las caderas queman al compás de la música.
Él, iba al vaivén de la parranda, abrazado a la corriente desbordada de cuerpos encendidos de escarcha y lentejuelas, se dejaba llevar por la excitación, no tenía voluntad. La lujuria lo embriagaba y le susurraba: eres mío…
En la esquina tropieza con el Delfín Dorado. Sus dos grandes portales lo seducen, no puede evitarlo y muy emocionado entra, siempre quiso hacerlo. Su exaltación es una punzada en el pecho. Una intensa luz abre a un bullicio en una estancia decorada de arabescos y curvas doradas. En el alucinante ambiente la sensualidad está enmascarada, la fantasía baila con libertinaje y transpira perfume carnal.
Un disparatado arlequín de mirada sarcástica y risa burlona, brincando le dice: la noche, no es ni la luna ni las estrellas, es el engaño que le hacemos al día, es el espejo de tú alma…
Atenea, la de Fidias desde su pedestal lo miró. Gotas de sudor frío lo empaparon, en un instante la estatua hecha carne estaba a su lado con su íntegra voluptuosidad, lo abrazó y dejó que sintiera cada parte de su escultural cuerpo, lo besaba y estrujaba con calculada lascivia. El corazón le estallaba de emoción, las sensuales contorsiones lo poseían, era como estar ahogándose en un mar de placer, casi no podía respirar, los suspiros de ella lo penetraban y se irradiaban por todo el cuerpo, era deleite hecho dolor; euforia: música, gritos, erotismo, serpentinas. Le susurró al oído, te dije que eras mío…
Tú alma trasciende, mírate:
Dr. ¿Es suficiente la luz?, más que suficiente, vamos Lupe ¡no hay pulso!, ¡prepara el desfibrilador, paletas, descarga! ¡entúbalo!, rápido ¡Vamos con RCP!, un mg de epinefrina y uno de atropina, si Dr., ¡apúrate que se nos va!… Dr.: ? Y este no es el cura de la Iglesia, el Padre Antonio? y ¿por qué sonríe si se está muriendo? Será, que está viendo a Dios !Dale! !Dale!…
En tu efímero y laberíntico andar nunca descubriste las virtudes de la flor de loto: fragancia, limpieza, ternura y suavidad, a pesar de tenerlas en tú pantano, le dice un alado ángel.
La vida es un carnaval…
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