Estas palabras que escupen mi alma
no buscan un destino,
solo una voz fraccionada que no quiere llegar, pero sí existir.
No van hacia nadie,
porque el sentido no encuentra desconcierto en el otro,
sino en el acto de decir,
aunque sea un clamor en el vacío.
Son palabras errantes,
huellas en la arena de un desierto
donde el viento las esparce y las suprime,
convirtiéndolas en granos de arena.
Recitadas ante oídos sellados,
leídas por ojos que no ven.
Pero si alguien empuña la pluma invisible de la imaginación,
estas palabras se elevan.
torbellino de tinta y carne,
frenesí de amores, rencores, dolores,
como si la propia alma escribiese para sí misma,
para eximirlas donde sea
y que no mueran con uno mismo.
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