5:00 de la madrugada, perfect time para ir al bazar de la 80 por algunos condimentos para las sopas del almuerzo de Yiro. Soy de paladar simple y el haciendose el martir porque lo arrastro conmigo a ese camino amargo y sin color.
Olvide el tiempo mientras me organizaba y salía de la casa; Lo vine a recordar, porque, vi la hora con ojos de “no me vea que lo estoy viendo” porque se que voy tarde. Marcaban las 6:08 a.m en el tablero del carro.
Que lindo reloj tiene ese sujeto en la muñeca izquierda, es la única joya que lleva puesta y la presume como si él mismo fuera el reloj, solo falta que al saludarle responda “tic toc”. Ya estoy caminando entre las calles del bazar, los condimentos en mi bolso hacen el sonido del clin- clan al tocarse cada que apresuro el paso, y eso es, la mayor parte del tiempo; No me sorprendería si alguna llega rota, solo espero, que la mancha salga fácil del bolso, si es que, ha de ocurrir. Giró bruscamente a la derecha como negando mi propio pensamiento, vuelvo a mi compostura facial y manifiesto, que eso no puede pasarme. Pero, me distraigo fácilmente de la emoción, por un hilo azul que veo en un estante diagonal a mi. Al verlo, recuerdo que días antes me llegó la idea de tejer una flor azul a Wanda (la madre de Yiro), ella ama las flores, y de tanto tiempo de conocerla, tengo mas que claro, que ella no considera la superstición de que el azul es un tono sensible, y refleja coneccion ancestral, lo cual le parece cliché y de personas blandas, única razón por el cual niega que es su color favorito, todo para aparentar ser fuerte ante un mundo de débiles enmascarados.
Extiendo la mano para agarrar el hilo de la estantería, acto interrumpido, otra mano que choca con la mía en el aire. Mire el rostro de un viejo canoso, pero bien presentado, manos rasposas, o al menos la parte que roza mi mano. El señor comienza sin preámbulo a decir mil historias y argumentos de que el lo vio primero, de que lo necesita porque aquel hilo le va a curar la vida; No se, tal vez le ayude para hacer sus minutos mas interesantes, porque no me lo imagino haciendo algo más allá de sentarse en un balcón a ver el tiempo pasar. Una voz dentro de mi trata de convencerme -se amable y deja que lo compre. La otra parte, detalló que en el estante no hay otro hilo de ese color, y después de preguntarle a la vendedora, dijo que por ser ese color tan especial, ya estaba agotado y ese era el último. Lo que agrava la situación, ya que la segunda versión mía (fría y controladora), responde con la idea de – no solo voy a ser feliz por tejer algo con un color tan sublime, sino que también a Wanda, quien disfruta al igual que todos, los regalos, en especial los que son con curiosidades o mensajes que conecten con ella.
Así que el calor se me empezó a elevar a los cachetes, estaba apunto de dejar salir de mi boca lo primero que pasara por la mente, le repare de todo, pero no tenía nada negativo, la ropa era elegante y bordado de buen dinero, “Presumido, cree que es dueño de lo que quiere solo por tener plata”, -Eso lo tengo. Me dije orgullosa, -Si no tienes nada por lo cual ser criticado, entonces voy a exagerar lo que tienes, porque hay que generar balance. Quedan dos opciones, probar mi creatividad con palabras rebuscadas de momento hasta que el viejo se lo tomara personal y se fuera, o que ambos diéramos el espectáculo de nuestra vida, peleando hasta el final, por un hilo que en ese momento se volvió capricho de ambos.
El show iba a empezar, pero me veo segada por un rayo de luz que se filtró entre las canastas de un carro que estaba a mi lado opuesto, me concentré en esa cálida luz que disparó directamente a mi piel, me sentí en cámara lenta; Veía al viejo haciendo muecas, pero no alcanzaba a concentrarme en lo que decía, su voz se perdió en la parte oscura, sin sentido, sin estas lanas que flotan por el viento, rojas y a veces amarillas, blancas y plateadas. El resplandor estaba tan sutil en mis mejillas, el frío de la mañana me arropó, como gritando -Ey aun sigo aquí.
No hay prisa, en la casa no hay nadie, la sopa de Yiro está planeada para mañana que llegue de las vacaciones. Descargue los condimentos y empecé a tejer.
10:00 p.m Suenan unas llaves que abren la puerta, Wanda entra, deja el gabán en el perchero de madera y al entrar, me ve con la cabeza recostada en la mesa, babeando el mantel y a mi lado una flor amarilla con rayos por secciones plateados, rojos y blancos. Me pone la mano izquierda en el hombro derecho y hace un poco de presión. -¿Pero que haces? Se duerme en la cama, si sabes, ¿no?. Yo abro un ojo y el otro se despega despacio para abrirse también, le sonrió con la cara medio atontada y tambaleándose un poco, -Mira, hice esto para ti. Extiendo mi mano con la flor en medio, Wanda lo recibe y me dice sorprendida, -Está preciosa, ¿de verdad es para mi?, -Pero claro que es tuya, el mundo me hace ruido, sabes… y tú me distraes de pelear por ese asqueroso mágico hilo azul. Le dije mientras caminaba a su alrededor con dirección a mi cuarto a seguir durmiendo.
Yiro dice, -¿En serio le dijiste eso?, no entendió nada. Yo le dije entre carcajadas, lo sé.
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