Sentado de noche en un bote de basura, descansaba un hombre moribundo, con olor a alcohol, dientes amarillentos y acabados por el consumo excesivo del cigarro que tanto vulnera sus pulmones.

Pensaba en su niñez y soñaba con alcanzar el cielo mediante sus logros mediocres que él mismo inventaba y se creía.

En el instante se preguntó “¿por qué no puedo ser feliz?”.

Tengo todo: mujeres, dinero, drogas y respeto. Pero nada de eso me llena. Siento un vacío interno que se vuelve denso tras el paso del tiempo, mi corazón bombea sangre, más no sentimientos… Tengo buen perfume y admiración en el barrio que domino. 

No entiendo cuál es el punto el cual me hace sentir inhumano.

La noche transcurrió y entre silencio y frío se acercó un viejo vestido con ropa informal, casi acabada. Sus suelas parecían desgastadas, casi como si estuviera caminando descalzo.

El señor se sentó frente al incomprendido hombre y posó su bastón al lado de un banco al cual se había sentado. Este prendió un puro que se camuflaba entre la niebla y las muchas nubes que cegaban el lugar.

Tras esto, le ofreció el puro al hombre incomprendido y soltó una pequeña palabra… “Tú”.

El hombre deprimido gestó con confusión y con una voz entrecortada salió casi impulsivamente: “¿qué?”.

El anciano recalcó: “sí tú”. La respuesta que buscas eres tú… Hablas de felicidad, ¿cierto?

El hombre moribundo, confuso y desorientado, dijo “sí…”.

De repente, la noche envolvió a los dos sujetos en un entorno tenso y silencioso. El anciano continuó con la corta conversación y mencionó que nada puede comprar la felicidad, pues esta es un tesoro que no se impregna en tus manos, sino que es pasajero, pero que tú eres el encargado de sostenerlo con las palmas de tu alma y atraparlo profundamente en tu corazón.

Muchas veces olvidamos que la vida es una sola y que solo se vive una vez… Nos preocupamos por mantener satisfactoriamente los deseos carnales, cerebrales y proyecciones. Pero no nos preocupamos por el alma, ya que esta es la que nos mueve y nos mantiene vivos. Preocúpate por ti y disfruta de lo que eres, porque nada ni nadie te ofrece lo que tú te puedes ofrecer.

Sueña, mentalizate, prepara tu cuerpo con fuerza, pero sobre todo encárgate de mantener una fuerza en tu alma. Una determinación más dura que el propio grafeno puro.

Una coraza que debes hacerle mantenimiento constantemente y que lustres con acciones y propuestas internas.

Mejórate, mejora esa coraza, no la abandones, porque lo que atrae la felicidad eres tú. No te preocupes por lo material, sino por lo espiritual. No te amargues ni pongas excusas, haz lo que tengas que hacer.

No hay un camino clave para la felicidad, pero sí un comienzo y ese eres tú. Dicho camino lo construyes mientras avanza el pasar de los días, pero no te detengas o no lo hallarás. 

El tiempo y la vida serán tu brújula, ellos te brindarán pistas para que continúes. Preocúpate por ti y disfruta plenamente mientras puedas, porque ¿sabes qué? Lo único seguro es que te mueras.

El hombre deprimido quedó en shock tras las maduras y certeras palabras del viejo. Nunca escuchó tales consejos de una voz tan poeta y experimentada.

Tras mirar al suelo y consumir los sabios consejos del veterano, decide tirar el puro y decir con el corazón “gracias”. Al girar la cabeza, el viejo se esfumó al compás del apagón de la noche y del humo del puro que yace en el suelo pisoteado. Su único rastro fue el desgarrado bastón que descansaba sobre el banco.

El hombre desolado, tras no creer lo que le había pasado, tomó el bastón y se perdió en la neblina. Desde entonces comprendió que todos te ofrecen lo que quieres, pero nadie te ofrece lo que necesitas. Por ello, debes seguir tu rumbo y hacer lo que más te complace.  

En ese momento encontró el camino para el cambio de su ser y la reconciliación de una felicidad que pocos tienen y muchos desean.

“Preocúpate por ti”, es lo que se grabó, y tras caminar por los pasos que le brindó la vida, logró subir ese cerro tan aterrador y desafiante que deseaba.

Sé feliz, pero también debes saber cómo serlo… Pues la clave eres tú… Solo debes hallarte y sigue tu corazón, porque la melodía más pura que puedes escuchar es su bombeo.

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