No era el eco del mar en lo profundo de una caracola

No era el susurro del viento ni la sutileza de una hoja

meciéndose, cayendo lentamente… sobre otras hojas. 

Era un fugitivo te amo a ojos cerrados y el aliento contenido.

Eran tus dedos acariciando muy lentamente mi cabello.

Eran mis dedos acariciando muy lentamente la piel de tu cintura.

Era esa mezcla de fascinación y máxima expresión del supremo placer 

Un paroxismo mágico en esos segundo eternos y fugases.

Era la fragilidad de tu alma y mi alma… pausadas 

Me encanta cuando me miras así y sonríes.

No necesitas decirlo… por eso… sonrío al verte así.

Desnuda en cuerpo y alma, tan hermosa, tan libre, tan única

y ese hilo de seda nos mantiene unidos en esos segundos 

donde la pequeña muerte nos silencia… tan frágiles.

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