A las de Fe

JOSE EUGDALDO

Mi querida Michel,
no es una lucha contra la enfermedad,
es un canto del alma que enseña
cómo se vive la fe cuando duele respirar.

No es un dolor que se soporta,
es una lección sagrada,
donde tu corazón nos muestra
que incluso entre lágrimas florece la esperanza.

Como Job, que en su desierto halló a Dios,
tú nos enseñas a ser más fuertes,
a mirar el cielo sin miedo,
a encontrar en el silencio la voz del amor.

Tu vida es un espejo de lo divino,
una llama que no se apaga,
una oración viva que nos recuerda
que Dios nunca abandona, solo abraza.

Y al final del día, cuando todo se aquieta,
cuando el alma se recoge en su paz,
la luz de Dios —eterna y fiel—
te envuelve, te eleva…
y en ti, Michel, aprendemos a amar más.

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