Entró al baño como siempre, se miro al espejo. Algo le incomodó: los ojos que lo miraban parecían no ser los suyos. Se acercó más buscando algún detalle conocido, pero cada rasgo se volvía más extraño, como si el reflejo de aquel espejo fuera de otra persona. Un escalofrió le recorrió el cuerpo, mientras sentía que la mirada del espejo se intensificaba. De pronto mostró una sonrisa perturbadora, el ambiente estaba tenso y esa mirada fue como un duro golpe en el estomago que lo dejo inquieto. El miedo que lo consumía lo hizo retroceder, pero al girarse entendió con un gran espanto que el no estaba en frente del espejo, sino se encontraba en su interior…
El reflejo siguió allí, quieto, inmóvil. Hasta que de pronto se giro con una sonrisa maliciosa de vuelta a ver el espejo.
OPINIONES Y COMENTARIOS