Nos hemos acostumbrado y normalizado una realidad que vivimos día a día: hacer actividades de forma rápida.
Antes lo hacíamos solo para terminar las cosas que no nos gustaba hacer, como hacer la cama, el aseo, lavar la loza o cocinar. Pero en la actualidad, vivir acelerados se ha vuelto parte de nuestra rutina, y muchas veces, sin darnos cuenta, estamos corriendo como si alguien o algo nos estuviera apurando para hacer todo ¡ahora ya, y mientras más rápido mejor!
En esta vida hay cosas que requieren más TIEMPO, y nosotros tenemos que regalarnos ese tiempo porque lo merecemos. Hacer amigos toma tiempo, porque debemos mostrarnos tal como somos, compartir momentos y llevarlo con calma. Muchas veces presionamos relaciones o tratamos de mantenerlas, porque sentimos que cada vez es más difícil formar lazos duraderos. Sin embargo, hay amistades que terminan, y necesitamos tiempo para sanar lo vivido antes de abrirnos a conocer gente nueva.
En las relaciones de pareja ocurre lo mismo. ¿Cuántos de ustedes no han podido lograr una relación por ansiedad? Muchas veces tenemos tantas ganas de formar una relación, que no nos damos el tiempo de conocer realmente a la persona que nos interesa. Nos evitaríamos desilusiones y momentos de tristeza si solo nos diéramos el TIEMPO de saber quién es esa persona, antes de dejarnos llevar por los sentimientos del momento. Nos aceleramos porque pensamos que nos quedaremos solos o sentimos la presión externa de que la edad determina lo que deberíamos estar viviendo, como si todos hubiéramos tenido las mismas experiencias de vida.
Muchos hemos tenido esos pensamientos: “a esta edad yo ya debería estar casada(o)”, “ya debería estar viviendo sola(o)”, “ya debería tener hijos, porque si pasa más tiempo será más difícil”. No nos damos el tiempo de sanar, ni de conocernos bien primero, ni de desarrollar un amor propio sano que nos permita escoger mejor y entablar relaciones más profundas. Actuamos por miedo: miedo a quedarnos solos, a ser rechazados, o a no encajar en el grupo de amigos que ya están casados.
Disfrutar el TIEMPO que tenemos es lo que más nos falta: vivir conscientes de que no tenemos el control del futuro, ni de lo que pasa a nuestro alrededor. Muchos padres tienen hijos pequeños y ya están pensando en su futuro, en el colegio o en la universidad, preocupándose de más y viviendo en sus proyecciones en vez de en el presente.
La verdad es que solo tenemos el presente, y depende de nosotros qué hacemos con el TIEMPO que tenemos: vivir apresurados, porque ese es el ritmo al que nos acostumbramos, o disfrutar cada día con calma y paciencia. Ya sea solteros, casados, divorciados, con hijos o sin hijos, todos contamos con el mismo TIEMPO. Lo importante es cómo lo administramos: con pausas necesarias —porque nuestro cuerpo y mente lo necesitan— o corriendo, porque los demás están en una etapa en la que creemos que deberíamos estar nosotros.
Dios conoce nuestra forma de vivir y sabe que estamos acelerados. Nos llenamos de deberes: trabajo, familia, amigos, casa, pagos… y no siempre administramos bien el TIEMPO, que es lo único que realmente tenemos en esta vida.
Hoy te invito a hacer una pausa y preguntarte:
¿Esto que debo hacer tiene que ser ahora ya… o puede esperar un poco?
Necesitamos tiempo con DIOS para que Él nos enseñe a vivir de una manera más calmada. Tiempo para sanar heridas del pasado, para conocer gente nueva, para formar relaciones sanas, para tomar mejores decisiones, para estar a solas con nosotros mismos, para valorar la familia que tenemos hoy y no la que soñamos tener en el futuro. Debemos aprender a aceptar la etapa en la que estamos, porque es justamente esa la que Dios usa para sanarnos y darnos felicidad.
✨ Pregúntate:
Si te quedara menos TIEMPO de vida, ¿qué cambiarías hoy?
¿Qué harás con tu valioso TIEMPO?
Te invito a leer esta oración de fe…
PARA QUE DIOS TE DÉ TIEMPO A SOLAS CON ÉL.
¡Bendiciones!

OPINIONES Y COMENTARIOS