Visitantes del cielo perturbado

Visitantes del cielo perturbado

Ian Soto

22/09/2025

Bajo una noche estrellada yace Norman, contemplando las estrellas con fervor, en su corazón siente un temor: “El día que los visitantes bajen voy a morir del terror”. Norman no es un chico normal, donde sea que esté él está fuera de lugar, con un miedo intenso aleja a los demás, pues él jura ver extraterrestres usurpando la identidad, muy adentro se encuentran manipulando a la humanidad, algo que nadie le cree, pues sienten que está loco en realidad.

—Te juro que algún día aparecerán, necesito que me ayudes.
—¿Cómo te voy a ayudar a infiltrarte a la base? No quiero meterme en problemas y además no tengo acceso a ese nivel, sabes que apenas me acaban de reclutar en el ejército, solo hago guardia fuera de la base, ni puedo entrar —contesta Russel por llamada.
—Está bien, no seguiré insistiendo, pero dime al menos si llegas a ver algo raro o sospechoso ocurriendo allá.
—Como quieras, tengo que irme, se acabó mi tiempo de descanso.
—Vale, seguimos en contacto.

Russel un viejo amigo de la infancia de Norman se habría enlistado al ejército de los Estados Unidos de América y siendo llevado a Nevada a hacer guardia por los exteriores de la base 51, famosa por el misterio que ocultan, quizás el gobierno con extraterrestres colaboran, eso cree Norman, no posee pruebas pero tampoco dudas.

Norman en camino a su casa a altas horas de la noche, se cruzaría con una hermosa chica con colorido broche, la ve sentada en el parque enfrente de su casa, siente curiosidad y decide ir a checarla —no es normal que se encuentre sola a estas horas— pensaría Norman, vaya ironía, hasta se sintió hipócrita por lo que diría.
—Hola, es muy tarde, no es muy seguro por aquí.
—… —la chica solamente lo voltearía a ver fijamente, sin ninguna expresión parecía demente.
—Ehh… ¿Todo bien? —Norman empieza a inquietarse.
—… —sigue sin haber respuesta por aquella chica de ojos morados.

Norman sabía que algo no estaba bien, la chica parecía inconsciente, nada más lo miraba y empezaría a sonreír como demente, su rostro se deformaba y poco a poco su piel se caería, de pronto como si escuchase un chiste la chica se reiría, Norman por el miedo retrocedería y cuando la chica finalmente revelo su rostro gris y pálido habría una luz que a Norman cegaría. Lo que sea que haya sido aquella aparición, a Norman lo habría espantado, pero sabía que los visitantes existen, y encontrará la forma de demostrarlo.

—¿Hola, Norman? —Sofía contesta la llamada de Norman, notablemente cansada pues acababa de ser despertada.
—¡¡SOFÍA, NO LO VAS A CREER!!
—¿Eh? Norman, me cuentas luego, estaba durmiendo…
—¡Espera! No cuelgues, necesito que me escuches.
—Te escucho…
—Hace una hora estuve en el parque y me crucé con una chica extraña, necesito ver si la cámara de seguridad que tienes afuera de tu casa grabó parte del parque en donde estaba.
—¿Por qué? ¿Es tan necesario?
—Sí, sino no te lo pediría, te juro que era un alien, cuando me acerqué solo me sonrío y su cara pareciera que se derritió.
—Norman, no estoy para tus juegos… Bien te conozco, tu obsesión con los aliens es raro, hasta te pintaste el pelo de verde…
—Sofía, te lo juro, no estoy de broma, si quieres mañana voy a tu casa y vemos la grabación juntos, necesito que veas lo que vi.
—Está bien, pero lleva mis galletas favoritas, ahora déjame dormir, adiós.
—Adiós, hasta mañana.

Al llegar a su casa, Norman nota una vibra rara —a lo mejor solo son los nervios— pensó Norman, al abrir la puerta de su casa logra distinguir un gato siamés mirándolo fijamente al fondo del pasillo, cuando enciende la luz el gato habría desaparecido, Norman se quedó pensativo, primero la chica y ahora un gato habría visto, yéndose ambos como si no hubieran existido. Al llegar a su habitación se tira a la cama, descansará hasta el día de mañana.

El suelo tembló, a pasos gigantes de los seres la humanidad cayó, Norman desde los cielos observaba el día del retumbar, poco a poco el mundo estaba por acabar, el día en que los visitantes bajen por el llamado de Los hijos del Khar.

Norman con un miedo intenso se despierta alterado, consternado por el sueño en el que había estado, se sentía muy real, como una visión que le diría lo que iba a pasar. Norman recuerda a la perfección cada detalle del sueño, seres de gran tamaño bajarían del cielo, lo dejó helado y pensando: “Ojalá solo sea un sueño sin significado”. Algo más lo tenía intrigado, el símbolo del Omega en un culto de encapuchados, se veían alabar a los seres que del cielo habían bajado, sabía que aquel culto era responsable de los seres de gran tamaño.

Al acabar de procesar lo que había soñado, Norman se prepara para ir a la casa de Sofía, no sabría qué desde ese día nublado, todo lo que conocía cambiaría. Al llegar a la casa de Sofía miraría a su amiga esperándolo afuera, al saludarse y entrar, fueron directo a las grabaciones revisar, ya una vez en la computadora abrirían el archivo de la grabación de la noche de ayer, al reproducirlo Norman y Sofía no creían lo que podían ver.

—¿Qué hacías hablando solo? —interroga Sofía a Norman.
—Eh… Ella estaba ahí, enfrente mío, sentada en ese banco… —Norman empezaba a dudar si lo que había presenciado era real.
—Norman… No sé si creerte…
—¡TE LO JURO SOFÍA, YO VI A UNA CHICA AHÍ!
—Norman, tranquilízate, te creo que la viste, pero, no veo nada ahí…
—No estoy loco Sofía, no lo estoy… Algo pasó que hizo que la cámara no grabara a esa chica, antes de desaparecer lanzó un destello que me nubló la vista, seguramente ese destello le hizo algo a la cámara…
—Norman, hablamos luego, ve a tu casa, ¿si?
—Está bien, me voy.

Al salir de casa de Sofía un mareo intenso inundó su cerebro, era algo raro pues él no se encontraba enfermo, al mirar hacia arriba vería algo extraño en el cielo, una majestuosa nave cruzando el cielo entero. Norman no daba crédito a lo que veía, rápidamente volvería con Sofía, al ir a su casa una sola cosa vería, un gato siamés que en la entrada lo esperaría. Era idéntico a aquel gato que vio una vez en su casa, esta vez el gato mostraba una sonrisa en su cara, parecía ser humano, o puede qué todo lo contrario.
Norman retrocedió, porque algo de la casa al exterior salió, una masa de carne falciforme con pelos, ojos y órganos expuestos se acercaba a Norman arrastrándose, aquella masa de carne una cosa pronunció: “Ayúdame”, desde ese instante Norman a su amiga perdió.

Por producto del susto Norman corrió hasta su casa, de pronto todo el suelo temblaba, ahí fue que recordó aquel sueño, pero no se detuvo a pensar, siguió corriendo. Al mirar a sus alrededores habían más personas corriendo y autos chocando y atropellando de forma accidental a los transeúntes, el caos se presenciaba en todas las calles: masas de carne humana atrapaban a otras personas y los consumían enteros, el cielo lucía perturbado con muchos destellos, al poco tiempo una oscuridad inundaría todo el mundo, gigantes deformes pisaban el suelo causando un gran estruendo.

Al llegar a su casa Norman cierra con llave la puerta y la bloquea con muebles para su seguridad, agarra su teléfono celular y se dispone a teclear el número de su amigo Russel para marcar.

—¡¡RUSSEL!!
—Si, sé que sucede, estoy refugiado, algo salió mal al parecer… —Russel no sonaba asustado, sino, desesperanzado.
—¿Qué es lo que sabes Russel?
—Norman, no te fui muy honesto, trabajo realmente en una agencia especializada a los eventos sobrenaturales y alienígenas llamada Khar, obviamente era clasificado…
—Russel, mierda, ¿Qué está ocurriendo?
—Logramos contactar con extraterrestres del espacio exterior Norman, pero no fue lo que esperábamos… Recibimos un mensaje de ellos que decía: “no envíen más señales, o sabrán que existen e irán por ustedes”.
—¿Eso que mierda significa Russel?…
—Los que sean que nos advirtieron sabían que era mala idea contactar con el espacio exterior, habían otros seres que si llegaban a descubrirnos irían por nosotros… Y eso esta ocurriendo Norman, moriremos aquí y ahora… —al otro lado del teléfono se escucha a Russel llorando— Nos vemos del otro lado amigo… —un disparo se escucha y Russel deja de responder.
—¡¿RUSSEL?! ¡MIERDA!

Norman a saberes de su destino fatal sentiría una gran desesperación, todo por lo que había luchado se iría por una invasión, sabía muy bien que no había nada que hacer, solo única cosa, morir por los extraterrestres o morir por su propia merced. Norman prendería su televisión, desde ahí vería con mayor contexto la invasión: naves gigantes desplegaban aquellos gigantes deformes y desnudos que pisoteaban las grandes ciudades y como muchas personas se convertían en masas de carne, no se encuentra explicación, pero no hay necesidad de ello cuando se acerca la perdición. Norman sostendría un arma en su mano, apuntaría hacia su cabeza pero estaba temblando, no quería morir, pero le daba miedo lo que le podría ocurrir, este desenlace es más pacífico, que morir por un extraterrestre cínico, aún conservaba su buen humor, a pesar de que su vida ya terminó.

Fin.

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