Al abrir los ojos doy un suspiro:
tu nombre se vuelve luz en la habitación.
Mi pecho late fuerte, un tambor sencillo,
como si el mundo entero guardara tu canción.
Los árboles se inclinan a escuchar tu voz,
el viento recoge tu eco en la piel;
el café humeante sabe a tu sonrisa,
y en mi boca nace un calor que no vuelve a ser.
cortinas guardan sombras que te nombran,
y el sol, curiosa mano, te pinta en la piel;
cada rincón aprende a esperar tu mirada,
cada silencio sabe miel,
Si este sueño es prisión, que sea eterno.
– cams
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