Cómo romper con paradigmas obsoletos y reinventar tu empresa

Cómo romper con paradigmas obsoletos y reinventar tu empresa

Daniel Sachi

17/09/2025

El reto de soltar lo conocido

En mi carrera profesional he visto un patrón que se repite en demasiadas organizaciones: la obsesión por aferrarse a lo que alguna vez funcionó. No importa si hablamos de grandes corporaciones, empresas familiares o startups; en todas encuentro la misma resistencia. Se confunde experiencia con verdad eterna, y método con dogma.

Cuando participé en proyectos vinculados al sector tecnológico, me encontré con compañías que seguían midiendo éxito únicamente por cuota de mercado. En una de ellas, muy parecida a lo que hoy hace Microsoft
con su giro hacia la nube, quedó claro que insistir en las métricas tradicionales hubiera sido letal. Apostar por nuevas formas de medir valor fue lo que abrió la puerta a su reinvención.

El filósofo Thomas Kuhn hablaba de “cambios de paradigma” como esos momentos en que un modelo ya no puede explicar la realidad y debe ser reemplazado por otro. En las empresas pasa lo mismo: aferrarse a esquemas obsoletos significa negar la evolución del propio mercado.

El peso invisible de lo aprendido

El problema de los paradigmas viejos no está solo en lo que vemos, sino en lo que damos por sentado. Como bien dijo Albert Einstein: “La mente que se abre a una nueva idea jamás volverá a su tamaño original”.

Sin embargo, abrirse no siempre resulta fácil. En mi experiencia como consultor, me he encontrado con líderes brillantes que, paradójicamente, se convertían en los mayores frenos de su propia organización. Les costaba desaprender. Creían que su trayectoria era suficiente escudo contra la necesidad de evolucionar.

¿Te has preguntado alguna vez cuántas de las “verdades” que sostienes sobre tu empresa siguen siendo válidas hoy?

La trampa de los paradigmas obsoletos

Un paradigma obsoleto puede ser tan dañino como una mala decisión. De hecho, a veces es peor, porque se instala como un “modo automático” difícil de cuestionar.

Recuerdo un caso en el que trabajamos con una fintech que seguía evaluando la calidad de su servicio únicamente en base a tiempos de respuesta. Pero ignoraban algo clave: la experiencia del usuario. Ese mismo sesgo lo vimos también en la transformación que impulsó Netflix cuando dejó de medir éxito solo en términos de suscripciones y pasó a hacerlo desde la perspectiva del engagement del usuario.

La cultura organizacional se había vuelto una camisa de fuerza. Paradigma obsoleto en estado puro.

Peter Drucker advertía: “La mayor amenaza en tiempos de turbulencia no es la turbulencia en sí, sino actuar con la lógica de ayer”.

Desaprender para volver a aprender

El primer paso no es agregar más conocimiento, sino desaprender. Esto parece contraintuitivo, pero es esencial. La mente y las organizaciones deben vaciarse de viejas inercias antes de llenarse de nuevas ideas.

En mi rol de coach, suelo invitar a los equipos directivos a hacer un ejercicio: escribir cuáles son las cinco creencias más firmes sobre su negocio… y luego preguntarse cuáles de ellas podrían estar equivocadas. La incomodidad inicial suele ser enorme, pero también liberadora.

¿Y si parte de lo que crees intocable es justamente lo que te impide crecer?

El nuevo liderazgo frente a la incertidumbre

Hoy, el liderazgo no se define por dar respuestas, sino por formular las preguntas correctas. Un líder que se anima a decir “no lo sé, pero lo podemos descubrir juntos” tiene más poder transformador que aquel que presume certezas absolutas.

He visto cómo empresas que abrazan esta mentalidad florecen en entornos volátiles. Así lo demuestra Spotify con su modelo ágil de squads, que no se aferra a jerarquías rígidas, sino a la adaptabilidad. En cambio, aquellas que se atrincheran en “lo de siempre” terminan perdiendo relevancia.

Como escribió Heráclito: “Lo único constante es el cambio”. El problema es que todavía hay líderes que pretenden negociar con esa verdad.

Preguntas para reflexionar

  • ¿Qué creencias de tu organización han pasado de ser útiles a convertirse en un estorbo?
  • ¿Qué prácticas sigues manteniendo solo porque “siempre se hizo así”?
  • ¿Qué pasaría si hoy rediseñaras tu empresa desde cero, sin herencias ni ataduras?

Conclusión: la valentía de soltar

Los paradigmas obsoletos no se superan con discursos, sino con actos de coraje. Requiere líderes que se atrevan a mirar sus certezas con sospecha, a escuchar lo que incomoda y a abrir espacio a lo nuevo.

He aprendido que el verdadero superdesempeño no nace de acumular más técnicas ni de sumar más tecnología, sino de la disposición a cambiar la propia piel organizacional cuando la anterior ya no sirve.

Desaprender no es una amenaza; es la mejor inversión que una empresa puede hacer en su futuro.

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