Hace una hora aproximadamente que he dejado a mi amigo Jesús en su Casa, allí se queda solo, aunque los corazones de mucha gente que le quieren están en constante armonía con el suyo.

Él está tan pendiente de nosotros que no tiene tiempo para pensar en sí mismo, así fue desde el principio de su existencia, renunció a comer, a descansar, a disfrutar, a divertirse, a todo aquello que es lícito y deseable. 

Él renunció por amor, yendo un poco más lejos, si cabe, de lo que podemos llegar nosotros.

Y me he preguntado -después de pasar una hora con Él- si no me estaré equivocando de nuevo en mis planteamientos y eso que yo creía que lo tenía todo controlado. 

Después de estar con Él, lo tengo bastante más claro, me ha transmitido paz, serenidad, confianza, fe, seguridad, no en mí mismo sino en Él.

Viene como anillo al dedo las palabras de Jesús en el Evangelio de San Juan 15,9-17:

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: » Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud

Éste es mi mandamiento:  que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído de mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros como yo os he amado.

Comentarios:

APRENDER A AMAR

El mandamiento de siempre y siempre nuevo. Es como una lección ya sabida que nos molesta volver a repasar. O como un trabajo bien hecho que tenemos que revisar.
¿ Estamos seguros de que se trata solo de una lección o de un encargo ya realizado?
¿No es más bien una tarea siempre por comprender, un encargo siempre por cumplir? ¿Quién puede decir que ya ha amado lo suficiente? ¿ Quién puede darse por complacido por haber satisfecho su » encargo» de amar?. Siempre debemos empezar de nuevo, y, con un corazón limpio y humilde, decir: somos trabajadores de esta viña en la que solo hacemos lo que tenemos que hacer: amar, y amar hoy, y aprender a amar.

REFLEXIÓN

Me gusta tu Evangelio por sus palabras. ¡ Qué hermosas son! ¡ Cuánta luz dan a la vida de los hombres y mujeres! ¿ Quién puede atreverse a decir que no es así? ¿ Quién puede negar que el mandamiento del amor sea el primero y único?.

Pero tú, Señor Jesús, me dices de nuevo al oído: no se trata de ensalzar el amor, sino de amar cada día un poco. Así, como el que tiene que aprender, como el que se tiene que adiestrar, se comienza también a amar.

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