LAMENTO DE UNA POETA SILENCIADA.

Título: Lamento De Una Poeta Silenciada.

© 2025 [Norma Cecilia Acosta Manzanares]. Todos los derechos reservados. 

Hoy confieso con la boca llena de tierra:  

he enterrado mis versos bajo facturas sin lágrimas  

y calendarios marcados con cruces de hospital.  

El mundo me exige huesos, y yo los he entregado.  

La llama se apaga entre raíces sin savia,  

mis sueños son pájaros con las alas de papel.  

La poesía avanza —¡mudo!— por caminos ajenos,  

y mi sombra se quema en el frío de lo práctico.  

¿Cómo? ¿Cómo dejé que el reloj devorara  

el viento que nombraba las cosas con mis labios?  

Desgarrado: mitad salario, mitad susurro;  

mitad número gris, mitad tinta que arde.  

Las palabras se pudren en mi garganta —¡oh sílaba rebelde!—,  

la inspiración sabe a llave oxidada en la lengua.  

He vendido metáforas por monedas sin eco,  

y ahora cuento silencios donde antes sembraba versos.  

Pero en la noche, cuando los deberes sangran su cansancio,  

una coma fugaz rasga el papel del vacío.  

Es la poesía —¡aguijón de luz!— que araña,  

que exige nacer con uñas y cicatrices.  

No quiero pan de lágrimas secas,  

ni sueños que mendiguen en esquinas oscuras.  

Busco el punto exacto donde el alma y el barro se funden:  

donde el poema es semilla, y el deber, solo estación.  

Hoy entierro mis versos… pero mañana  

los desenterraré con las manos sucias de vida.  

Porque la poesía no muere: se disfraza de rabia,  

y acecha en los rincones donde el mundo no mira.  

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