Se
encontraba en el pasillo central de una residencia abandonada, se
hallase tumbado en una pose incomoda, sus brazos pasaba por su
espalda, sus piernas estaban dobladas, su mirada era vacía, no podía
observar lo bello del todo, era una amarga estatua incolora, que no
hablaba, que no hacia nada, era un pedazo de piedra condenado a estar
en el mismo lugar por la eternidad. En los primeros años de su nueva
existencia apenas podía moverse algunos centímetros, el pobre
Ismael sufría, no comprendió el motivo principal de sus
transformación, el en un inicio solo fue un niño torpe que por
culpa de sus actos termino volviéndose lo que ahora es, una estatua
que en vez de estomago tiene esponjas para retener las goteras del
techo, ahora era una estatua que tenia cables por venas, pintura por
sangre, oro por ojos, en lo general mantiene un cuerpo tosco. A pesar
de esa brutal transformación, Ismael nunca pudo comprender el porque
de su brutal cambio, después de todo era un niño que miro la muerte
de su madre… era un niño, ahora no entiendo lo que es.

Etiquetas: relato breve

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