En primer lugar desearos a los que estáis de vacaciones que lo paséis bien y repongáis fuerzas, disfrutando de la compañía de vuestros seres queridos o simplemente de vuestros amigos y amigas, compartiendo unos días de tranquilidad y de relax. 

A los que aún no hemos cogido vacaciones, no debemos preocuparnos, llegará el momento de disfrutar con un poco menos de calor, porque ya nos queda muy poco.

Yo quiero compartir una reflexión en tiempos de turbulencias, desconcierto, incertidumbre, que nos pueda dar un poco de luz, «una brújula para vivir».

En el particular viaje de la vida, todos tomamos caminos distintos para llegar a un destino común que solemos llamar felicidad.

Las etapas y paisajes que encontramos en nuestra aventura son diversos, pero todos llenos de lecciones para seguir avanzando. 

Y a veces, también encontramos encrucijadas y no sabemos qué camino tomar.

Es el momento de pararse a reflexionar, a pensar qué hacer, cómo y cuando.

Este planteamiento pertenece a la razón, aunque he llegado a la conclusión de que a veces es mejor no pensar tanto en lo que debemos hacer, sino hacer lo que debemos que no siempre es lo que creemos o queremos.

Dejarse llevar por lo que nos dicte el corazón en cada momento sin tener miedo a querer, a darnos, a ocuparnos en hacer felices a los que están a nuestro lado, porque ahí está nuestra felicidad.

Nunca hablo o comparto cosas o reflexiones que no hayan sido fruto de la experiencia personal. 

Entiendo que cada persona tiene sus experiencias y que no tienen que coincidir con la mía, es más, pueden ser hasta opuestas y las respeto, pero como se trata de compartir y soy una persona a la que le gusta transmitir todo aquello que me ayuda a ser feliz, lo hago, con la intención de que los demás se puedan beneficiar también.

No es el único camino pero si el mejor que conozco.

Un abrazo a todos los que me apreciáis aunque solo sea un poquito.

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