Los intervalos existentes en la lucha constante por hallar un acierto, una respuesta. Algo cercano a disolver dudas. Nos pueden colocar en el amargo fin de una sentencia «negativa».
El rechazo como tal, de primer impacto un acto que enmarca o «etiqueta» nuestro significado. Nuestro aporte. Me ha pasado por la mente un: ¿no merezco el esfuerzo?
Aún siendo este un puñal literario, acrecienta nuestra perspectiva individual. Es válida esta parte negativa, reconocerla, abrazarla y otorgarle el espacio que busca. Personalmente, en otra etapa de mi existencia, me habría derruido. No voy a negar lo resquebrajado que se puede sentir mi concepto participativo en este momento. Sin embargo, es también el rechazo el inicio de un glosario infinito hacia la introspección. No como un acto acusador hacia nuestro propio concepto. En lugar a este, hacia el refuerzo, protección y contención de nuestros propios límites.
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