Ella es mi abuela Ángela
Ella es mi abuela Ángela, una mujer que lo dio todo sin pedir nada.
Una mujer que la luchó con el alma, que se levantó mil veces aunque la vida se empeñara en derribarla.
Tuvo que criar sola a sus hijos, porque aquellos que le prometieron amor terminaron siendo los que más la lastimaron.
La engañaron, la abandonaron, la hicieron sufrir.
Pero ella nunca se rindió.
Con el corazón herido, siguió adelante con toda su fuerza.
No por ella, sino por ellos: sus hijos, su familia, sus nietos.
Nos cuidó con un amor inmenso, de ese que no se explica con palabras, sino con gestos, con miradas, con su presencia constante, firme y silenciosa.
Fue madre y padre.
Fue abrigo y alimento.
Fue palabra dulce y carácter fuerte.
La recuerdo en cada paso que doy.
En cada camino que elijo, en cada lucha que enfrento.
Porque si algo me enseñó mi abuela fue eso: que uno se levanta, siempre.
Que aunque te rompan el alma, no hay que dejar de amar.
Que vale más la familia, la unión, la ternura… y que todo se puede cuando el amor es verdadero.
Ella fue todo para nosotros.
Un refugio cuando el mundo dolía, una sonrisa cuando ya no quedaban fuerzas, una voz que sanaba.
Hoy no está físicamente, pero vive en mí.
En mi manera de mirar, de hablar, de resistir.
Porque ser nieta de Ángela es llevar en el pecho una historia de lucha, una historia de amor, una historia de dignidad.
Y por eso la recuerdo, la honro y la llevo conmigo, siempre.
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