Por primera vez lloré, por su desinterés.
Nunca había imaginado que dependería de otro ser, para ser feliz.
A pasos lentos me alejé, y cuanto me costó solo Dios lo pudo ver.
Sentía cómo mi alma se volvía a pedazos.
Sabía que de su lado debía irme.
Intentar reparar lo que yo misma me hice, intentar componer mi alma de trozos.
Desde entonces no deseo conocer a alguien.
Desde entonces mi alma está encerrada, mis sentimientos enterrados, y mi corazón vuelto piedra.
OPINIONES Y COMENTARIOS