Somos la menoría perdida de un tiempo.
El misterio prófugo y no encontrado.
La distancia que se mezcla con café y azúcar.
El trago amargo y diáfano de un mal amor mal interpretado.
Somos un reloj sin manecillas, una distancia que se volvió
surcos interminables, arboles que nunca dieron fruto alguno,
lluvia que nunca acabo con la sequia.
Somos el mago que no hizo ningún truco,
el escritor que se quedo con su narrativa siempre a medias,
Rome y Julieta que no probaron el veneno de la muerte,
la historia sin fin que ni Atreyu podrá vencer.
Somos la nada que nadea, la filosofía perdida entre textos,
el mar muerto lleno de recortes y recuerdos,
la menoría que no tiene espacio suficiente,
pues esta llena virus y de huecos.
Somos los fantasmas de las navidades pasadas,
el cuervo de un tal Edgar Allan Poe,
la pluma que rueda por debajo de la cama,
el escrito que nunca salio a la luz.
Somos la noche de un tren en Budapest,
las campanas de un loco Jorobado y los libros que ya nadie quiere hoy leer.
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