Los perros hambrientos: retrato del sufrimiento campesino
Por Estraver Cerna, Brighit Fernanda y Sánchez Miyasato, Kyara Sayuri
¿De qué manera Los perros hambrientos refleja el sufrimiento del campesino frente a la sociedad hostil e injusta? Esta pregunta la responderá aquel lector crítico que vaya más allá del aspecto literario. Esta narrativa pertenece a Ciro Alegría, escritor peruano nacido en 1909 en una zona andina, desarrolló desde joven una profunda sensibilidad hacia el sufrimiento de los pueblos indígenas; por ello, se comprometió con la realidad social de su país y convirtió su vida en un reflejo de los valores y luchas que plasmó en su obra. En su novela Los perros hambrientos, narra la lucha campesina durante la sequía y retrata la vida de los campesinos y pueblos originarios del Perú, mostrando así las difíciles condiciones que enfrentan estas comunidades. Después de analizar la obra, destacamos que Ciro Alegría muestra a través de un lenguaje connotativo la dureza de la sequía, tanto en sus protagonistas como en sus perros, evidenciando el impacto implacable de esta situación en todos los seres vivos afectados.
En primer lugar, uno de los aspectos más potentes de Los perros hambrientos es la forma en que Ciro Alegría retrata la sequía como una fuerza implacable que simboliza no solo el sufrimiento físico, sino también el abandono estructural del campesinado peruano. La frase “la sequía no daba tregua: el sol era una inmensa piedra caliente sobre la espalda del mundo” (Alegría, 2012, p.86), describe de manera poética, pero contundente una realidad desesperante, en la que el calor sofocante y la ausencia de lluvias castigan sin descanso a los más vulnerables. Este escenario, lejos de ser únicamente literario, refleja una situación habitual en muchas zonas rurales, donde el cambio climático, el hambre y la migración forzada son parte del día a día. En ese sentido, la obra trasciende su contexto histórico y se mantiene vigente al visibilizar problemáticas que siguen afectando a miles de peruanos, lo que lleva a cuestionar cuál ha sido y sigue siendo la responsabilidad del Estado frente a estas desigualdades. Como sostiene Delgado (2016), Los perros hambrientos sigue siendo relevante por mostrar con sensibilidad el abandono de las comunidades rurales, aunque su estilo poético puede hacer que la narración avance con lentitud. Sin embargo, este lirismo no debilita la denuncia, sino que la enriquece al permitir una conexión más íntima con el sufrimiento de los personajes. En última instancia, esta fusión entre belleza literaria y crítica social puede resultar profundamente efectiva si logra conmover al lector y hacerlo reflexionar sobre la persistencia de las injusticias que la novela denuncia.
Por otro lado, el sufrimiento retratado en la obra no se limita a los seres humanos, sino que alcanza también a los animales, quienes adquieren un rol simbólico dentro de la narrativa. En ese sentido, el fragmento “Los perros aullaban, famélicos, como si entendieran la tragedia” (Alegría, 2012, p.74), pone de manifiesto cómo los perros, tradicionalmente invisibilizados o vistos como parte del paisaje rural, se convierten en testigos y voceros del dolor colectivo durante la sequía. Este aullido no solo expresa hambre, sino una especie de comprensión instintiva de la tragedia que afecta a toda la comunidad, lo cual invita a reflexionar hasta qué punto reconocemos que las crisis climáticas y sociales afectan también a los demás seres vivos que comparten el entorno con el ser humano. Así, Alegría nos muestra que el sufrimiento se expande como un eco a través de toda la naturaleza. No se trata, entonces, de un elemento decorativo, sino de un recurso que multiplica la fuerza de la denuncia. Tal como afirma
Meléndez (1941), en Los perros hambrientos, el paisaje adquiere un papel simbólico y protagónico en la historia, aunque esa belleza literaria puede suavizar la dureza del conflicto social que se quiere mostrar. No obstante, consideramos que esta mezcla entre lirismo y dolor potencia el mensaje de la novela, ya que el simbolismo del paisaje no solo intensifica la conexión emocional con los personajes, sino que también permite un ritmo reflexivo que favorece la comprensión profunda de su sufrimiento. En consecuencia, la presencia de los perros hambrientos y su aullido trágico amplifican la crítica social y refuerzan la vigencia de la obra como testimonio del abandono que aún enfrentan las comunidades rurales.
Otro aspecto central de Los perros hambrientos es la representación del campesino como figura de resistencia silenciosa frente a la adversidad extrema. El fragmento “Los hombres seguían trabajando la tierra, aunque esta ya no daba fruto” (Alegría, 2012, p.103) expresa con fuerza esa obstinación profundamente humana, que puede interpretarse tanto como un gesto de esperanza como una condena impuesta por la falta de alternativas. Esta imagen refleja la dignidad del campesino que, pese a la infertilidad del suelo y la hostilidad del entorno, insiste en trabajar por costumbre, necesidad o fe en un cambio que nunca llega. No obstante, esta perseverancia también invita a cuestionar si se trata realmente de una forma de resistencia o de una trampa estructural que impide al campesino imaginar otros caminos posibles. En este sentido, Polar (1967) señala que, aunque Alegría busca mostrar al campesino indígena con humanidad, termina cayendo en el enfoque típico de la novela indigenista, donde el indígena aparece más como una víctima pasiva que como un personaje con voz y acción propia. Lo cual plantea un problema en la forma de representación. Aunque el esfuerzo por retratar su sufrimiento es valioso y necesario, también es crucial que la literatura visibilice al campesino como sujeto complejo: no solo alguien que sufre, sino también alguien que lucha, sueña y se equivoca. Por ello, surge la interrogante: ¿puede la literatura empoderar realmente a un grupo marginado si lo representa únicamente como víctima? En definitiva, el desafío está en construir una narrativa que no solo denuncie la injusticia, sino que también reconozca la agencia y humanidad completa de aquellos que la enfrentan.
En conclusión, Los perros hambrientos no solo nos sumerge en el sufrimiento del campesinado durante la sequía, sino que también nos invita a reflexionar sobre la persistencia de estas desigualdades en el Perú actual. A través del lirismo que caracteriza la narración de Ciro Alegría, se revela una realidad marcada por la injusticia social, el abandono estatal y la lucha silenciosa por la supervivencia. Si bien la obra puede caer en un retrato pasivo del indígena, su capacidad de conmover y generar cuestionamientos sobre el presente la convierte en una novela vigente y necesaria. Así, la literatura se reafirma como una herramienta poderosa para visibilizar el dolor de los pueblos marginados, pero también para preguntarnos qué hacemos hoy frente a esas mismas injusticias.
Referencias:
Alegría, C. (2012). Los perros hambrietos.Lima:Editorial Losada.
Delgado, M. (2016). Ficciones y fricciones sobre imaginarios del mundo rural: los Andes en Los
Perros hambrientos de Luis Figueroa. Redalyc.org. https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=570667370002
Meléndez, C. (1941). Ciro Alegría, Los perros hambrientos. Revista Iberoamericana, 3(5), 226-228. https://doi.org/10.5195/reviberoamer.1941.959
Cornejo Polar, A. (1967). La estructura del acontecimiento de «Los perros hambrientos». Letras (Lima), 5-25. https://doi.org/10.30920/letras.39.78-79.01
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