Se acerca el final del día y el corazón me dicta algunas palabras que quiero compartir con vosotros, dejo que él escriba y me vaya llevando por las líneas de esta ventana a la que me asomo cuando me viene la vena.

De nuevo me doy cuenta de que la vida no es lo que proponemos sino lo que nos propone ella y no vemos o no queremos ver, no aceptamos o no queremos aceptar.

Decía el gran filósofo romano «Séneca» que «si quieres ser feliz, prepárate para pasarlo mal», tenía razón, el problema es que a veces no sabemos interpretar el sufrimiento, el pasarlo mal, lo que nos contraría, como una cosa buena, como algo positivo que nos ayuda a crecer como personas, sino como negativo. 

Cuanto más nos empeñamos en ir por la dirección que creemos es la correcta, más nos volvemos a tropezar con la misma piedra, será que ese no es el camino.

Quizás debamos plantearnos buscar otros caminos, otros senderos, otros vericuetos para llegar a conseguir el objetivo que tengamos marcado.

Nunca me he creído en posesión de la verdad, soy una persona más, que intenta ir por la vida con unos valores y unos objetivos que procuro compartir con otras personas aunque a veces no son entendidos por todos, incluso tergiversados, pero no importa, no voy a renunciar a ellos, no soy de los que se dejan llevar por la corriente, siempre me han enseñado a no aborregarme a no ser uno más del montón. 

Siempre me advertían de que ir contracorriente puede resultar peligroso a veces y otras  podría no ser comprendido e incluso «apartado» por aquellos del montón con los oídos tapados por la ignorancia, por la cera la soberbia y el orgullo personal que les impide oír más allá que a sí mismos. 

Nos puede pasar a todos, desde aquí os invito a intentar influir para erradicar al menos en parte el egoísmo personal, la envidia, el egocentrismo, la soberbia, el orgullo, son el mal de este mundo.

No soy nada tremendista, me gusta analizar lo que me rodea, personas, ambientes, corrientes, comportamientos, pensamientos, opiniones, siempre desde una perspectiva objetiva, poniendo siempre en valor lo positivo. 

Siempre me mueven a compartir esas inquietudes con los demás, a intentar influir para bien. Tengo fe y es la que me mueve a creer que las personas pueden cambiar pero antes tenemos que cambiar nosotros.

«Nada hay más triste que un hombre, una mujer sin fe, sin trascendencia, sin esperanza, sin deseo de un mundo mejor» Salvador Sostres. El Mundo, 28/06/12.

Que descanséis estas vacaciones, muchas gracias por escucharme, para mí es como si estuviéramos juntos – así me siento dentro de este grupo- y me dierais la oportunidad de hablar con todos.

Un abrazo a todas las personas de buena voluntad.

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