Autora: Isnery Selene González Porro

Título: Un cuento Feo

Recuerdo haber sido muy feliz, más aun cuando en las noches mi padre se sentaba en un rinconcito de la cama para ayudarme a dormir, improvisando maravillosos cuentos que interpretaba espectacularmente y solo para mí, recuerdo que caracterizaba cada personaje utilizando voces y expresiones corporales adecuadas, tal y como lo haría un buen actor en la principal escena de una obra de teatro infantil.

A través de sus cuentos e historias entendí mejor la vida, cada noche era como viajar por regiones distantes en diferentes épocas, conociendo historias de la era antes de la nuestra, y con muchos más detalles sobre la nuestra. Supe que existían las malas cosas, por ejemplo, tristeza, la mentira y la violencia, supe también de obras hermosas, moralejas, aventuras y muchas otras de las buenas, de tantas ¡y tantas cosas…! Ya después, después me quedaba dormida, segura y tranquila, soñando quizás, con los personajes, formando parte de ellos, o siendo la protagonista. Me gustaron tanto los cuentos que en cuanto crecí lo suficiente, quise hacerlos yo misma y tener alguien para contárselos.

Una noche le hice saber a mi padre, que quería escribir un cuento bien lindo… él, tan mesurado y complaciente como de costumbre, me preguntó: ¿De qué tendía que tratarse para que clasifique como lindo?…

A lo que respondí: Lindo para mí, es un cuento que no tenga despedidas tristes, sino alegres encuentros y un final feliz.

Luego de reflexionar unos instantes me dijo:

Prefiero los saludos y no las despedidas, porque en los reencuentros solemos ser más emotivos y espontáneos, la sinceridad brota con facilidad quedándonos expuestos a la verdad, sin tiempo para manipularla, ya después, insensiblemente se impone el interés y se pierden los encantos, apareciendo los escudos y las lanzas, para atacar o defendernos, según el color con que nos dibujaron antes el alma, la excepción de la regla sería ante el amor, aunque teorías diferentes aseguran lo contrario, dicen que el enamorado pierde la razón, o la cabeza,…porque así de complicados somos los humanos.

Y continuó diciendo mi padre: prefiero el principio que el final de un cuento, porque para que estos terminen feliz, primero pasa algo muy malo, y eso, eso no me gusta. Lo mejor sería que no sucediesen tantas cosas malas en el mundo para que no pudieran ser contadas, solo entonces, serian totalmente lindos los cuentos, y no tan feo como el que pudiera contarte, pero no te desanimes, trabaja para contribuir a la esperanza de vivir en un mundo mejor donde toda la verdad sea posible, mientras tanto trata cualquier asunto con un poco de humor y fantasía y así aliviarás el dolor que causa tanta mentira. Aprende mucho para que algún día escribas tu misma el lindo cuento que deseas.

Comprendí muy bien las ideas de mi padre y presté más atención, para en cuanto aprendiera lo suficiente, probarme como escritora.

Ahora, que llegó la oportunidad, escribo para ustedes un “cuento feo”

Título: Petricor.

En medio del bosque, cerquita del rio, en una casita humilde de madera, con el techo de tejas rojas y ventanas de cristal, vivía una bella y joven muchacha, que después de varios meses de esfuerzo y consagración, logró traer al mundo, a la maravillosa Lluvia.

No, perdón, espere por favor, no se vaya todavía, que no es como le pareció lo que dije, la muchacha no tiene poderes sobrenaturales para poner fin a la sequía, ni de atraer ondas tropicales, realmente lo que trajo al mundo, fue a una personita muy tierna, bautizándola al nacer con el nombre de Lluvia.

¿Auténtico nombre, Verdad?

Al atardecer del día siguiente, los padres y abuelos, juntando sus manos develaron el rostro de la niña bajo la luna llena, en ritual acto tradicional en la familia ante la diosa Selene, para bendecir a la criatura con la luz divina y protectora, convirtiéndose entonces la joven Lluvia en ahijada, y la diosa en su madrina.

La bebé resultó ser especial, incluso desde mucho antes de nacer, y digo especial porque fue concebida con puro amor, planificada de ante mano en perfecto contexto y heredera de las cosas más valiosas del mundo…

No, Espere,… ahora tampoco es como piensa usted, vuelve interpretarme mal, no me refiero a la herencia que comúnmente quiere la gente, o sea lujos, dinero, o confort, no estamos ablando tampoco de lugares como Washington, o Londres, más bien todo lo contrario, sucede en un ambiente humilde y rústico,… ¡pero eso sí! con dignidad, salud y mucha dicha, debido a que la naturaleza dotó a Lluvia de una memoria divina, incluso muy superior a los estándares, ella misma se iba dando cuenta de eso poco a poco mientras interactuaba con los demás.

Es posible que usted mientras lea, también se dé cuenta que tubo uso de razón en etapas tempranas, y que sus primeros recuerdos quedaron archivados en la memoria, activándose por estímulos visuales, sonoros, o por asociación, soliendo reaparecer con escasos detalles y sin definir en tiempo o espacio. Pues bien, yo le pregunto a usted que continúa leyendo este cuento:

¿Tienes algún recuerdo en tu etapa de bebé?

¿Cuál sería el primero en la lista que guardas en tu memoria?, acaso la imagen de tus padres cargándote entre sus brazos, o tal vez la luz de la luna entrando por la ventana….

Bueno, resulta, que el caso de Lluvia es diferente, es una chica que recuerda todo perfectamente desde que nació… ¿Qué te parece?

Si, como te lo cuento, solo siendo otro poquito más grande ya sabía leer y escribir perfectamente, pudiendo explicar y contar todo lo que sucedía a su alrededor desde que nació hasta la fecha. Magnífico ¿verdad?, a todos les gustaría poder hacer lo mismo. Pero ya eso sería más complicado, como complicado lo era para Lluvia, pues la miraban a veces como a un bicho raro, o mostraban asombros exagerados ante cosas que para ella resultaban sencillas, por ejemplo, memorizar poesías y canciones con solo escucharlas una sola vez, además, descubrió América,…

No, por favor, otra vez escribo mal, ¡Claro que no, no se trata de tal disparate!, ella no tuvo que ver nada con Cristóbal Colón, aclaro mejor las cosas y digo: Que en un viejo mapa, que encontró dentro de un libro cuando tenía solo cuatro añitos de edad, por deducción descubrió América. ¿Se da cuenta lo inteligente que es?…

¿Usted nunca descubrió América?… bueno, ni yo tampoco, por eso mejor continúo escribiendo sobre la Lluvia de mi cuento, que además de su elocuencia es dueña de sonrisas auténticas que justifican el magnífico humor que le dan un sello simpático a su carácter.

Sus ojos claros heredados de su madre, alegraban el ambiente y las pupilas según su padre daban tono de esperanza transparente, mezclándose con la fragancia natural de su cabello que según la abuela, tan negro y lacio como los de ella, esparcía a su paso especial Petricor.

No, por favor, claro que no, lo que yo digo que esparce no es eso que se piensa, Petricor es otra cosa, enseguida le explico,

Petricor, es el olor que suele sentirse tras un periodo de sequía al llegar la lluvia, muchos lo relacionan con la tierra húmeda, sin embargo se trata del aroma de una especie de aceite que exudan algunas plantas para proteger a las semillas, esta sustancia se esparce como aerosol removido por el viento, invadiendo el ambiente con especial fragancia llamada Petricor.

Bueno, no quiero aburrirte con estas cosas para que me sigas leyendo y es hora de escribir lo que más quiero que leas, y hasta ahora no lo consigo todavía, porque no nos ponemos de acuerdo, voy a intentarlo en la próxima página, así que ya se enterarán de muchas otras cosas sorprendentes.

Por cierto acaba de llegar aquí, aquí está la divina Lluvia,… no, perdone otra vez más, vuelvo a enredar las cosas,… quien llegó donde estoy no es la niña de mi cuento, sino digo que está lloviendo aquí, ahora mismo, pero no pienso cerrar la ventana aunque me estoy salpicando, porque disfruto la fragancia del Petricor mientras escribo, además no quiero perder tiempo, debo ser más valiente y atrevida para que sonrían antes que se me acabe la página, si acaso pudieran seguir leyendo.

¡Qué suerte!, un arcoíris se dibuja en lo alto del cielo, no, no digo aquí donde estoy, que por cierto ya escampó, me estoy refiriendo en el cuento, pues resulta que la mamá de Lluvia se alegró mucho de poder mostrarle a su niña por primera vez el maravilloso arcoíris.

Este fenómeno sucede pocas veces, no, no lo digo yo, lo explicaba el abuelo de Lluvia mientras disfrutaban reunidos en familia, entusiasmados por la mágica belleza del espectáculo que tenía lugar en lo alto del cielo, después, Lluvia, atónita dijo:

Yo quiero tener una hermanita, y si acaso fuera que se llame Arcoíris, sellando su deseo con un tierno suspiro, que provocó de inmediato la emocionada aceptación del padre, seguida con la promesa de intentar hacer realidad sus sueños al regresar del largo viaje que de improviso debía realizar, aprovechando la ocasión para despedirse de todos y tratar con mil rodeos y titubeos de explicar la verdadera causa, pero la valiente niña, como para ayudar hacerlo más fácil y muy resuelta, interrumpiéndolo dijo: Tu uniforme militar lo explica todo y el sable que llevas en la cintura me da miedo, pero te amo Papá, por favor vuelve…..

Muchos arcoíris tuvo oportunidad de ver Lluvia durante su vida, pero nunca más volvió a ver a su padre… Lluvia creció y creció tanto, que ha llegado a ser grande, ser grande de verdad, pero sigue siendo una niña humilde y buena, esperando a que su padre vuelva, esperando que regrese vivo de la guerra.

Por eso, cada vez que tiene oportunidad escribe un cuento, canción, o una poesía, denunciando la violencia en el mundo, pidiendo libertad y paz, en nombre de los millones de niños que se duermen sin sus cuentos porque perdieron al padre durante las guerras, en nombre de las personas a las que se les destruyó la felicidad total y definitiva, mutilándoles la familia al arrebatarles algún miembro para conformar ejércitos, que en nombre de la paz, hacen la guerra.

Lluvia, es hoy una señora de 82 años de edad, que respira profundo esperando sentir el aroma del Petricor, como señal que anuncia la llegada de la lluvia en primavera y con ella la aparición en el cielo del arcoíris, imaginándola su hermana que la acompañará siempre, para juntas esperar la llegada de su padre.

FIN

Ahora que terminé voy a acostarme, ya es de noche y está lloviendo, pero antes cerraré la ventana para no sentir miedo, porque estoy sola en mi casita humilde, de madera, con el techo de tejas rojas y ventanas de cristal en medio del bosque, cerquita del rio.

Gracias por leer mi cuento feo, buenas noches…

Lluvia.

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