Tic tac tic tac

Me empezaron a sudar las manos, incluso creo que a temblar. El corazón me iba a mil y dar vueltas por mi oficina no ayudaba en nada. 

No quise hacerlo ¿De acuerdo?

Ahora no sé cómo continuar, el vidrio sigue roto y hace que entre un frío que me calaba hasta los huesos, la silla sigue rota y astillada al lado de la ventana y el agujero en forma de puño en la pared pareciera que cada vez se hace más grande.

Tal vez me pase de la raya, tal vez tuve que haber contado hasta tres y haber respirado antes de actuar, pero es su culpa. Si, es totalmente su culpa.

¿Que hago? ¿Que hice? ¿Que debería hacer?

Tic tac tic tac

Me cansé, le tiré el pisapapeles al reloj que no paraba de sonar en mi cabeza como una alarma avisando que se me acababa el tiempo. Por supuesto que se rompió, como todo en esta habitación, como todo en mi vida.

No podía dejarlo así, tenía que hacer algo. Cada vez sentía que perdía más la cordura, ya no era culpa lo que sentía, sino un enojo que brotaba de mi corazón y me incitaba a cosas moralmente incorrectas.

“Destroza, herí, mata” se repetía en mi cabeza como si ya no tuviera suficiente con todo lo que estaba pasando.

Así que grité, grité tanto que sentí el dolor de mis cuerdas vocales como advertencia de que debía parar, pero yo continué como si mi vida se estuviera yéndose con cada sonido que salía de mi boca.

Llegue al límite.

Creo que nunca me había sentido con tantos impulsos violentos, como si quisiera destrozar y convertir en polvo todo a mi paso. Ya no era consciente de mis actos, solo quería romper algo.

Y para mi suerte, tenía alguien encerrado en el baño.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS