❝Todo el que quiera la libertad suprema debe tener el atrevimiento de matarse. Quien se atreva a matarse ha descubierto el secreto del engaño. Más allá de eso, no hay libertad; ahí está todo; más allá no hay nada. Quien se atreva a matarse es un dios… Pero nadie lo ha hecho hasta ahora.❞ Dostoievski, 1872

He pasado toda mi vida intentando fingir que soy feliz. No es que no lo sea, pero confieso que a veces quisiera salir, aunque como siempre, no hallo con quien mirar el jardín de la esperanza y el consuelo. Al apreciar cada uno de los lados solo encuentro mis hombros, hombros que con el tiempo se ha caído como sol en plena tarde, y mi cabeza se ha hecho grande, porque mi cuerpo ahora es como una nuez.

Confieso que he pasado toda mi vida creyendo que los buenos actos son los actos verdaderos, pero cuando miro a mi alrededor, sin un motivo sincero es triste ver como personas vienen y van con quienes dicen ser su amor auténtico, pero no es así. Es solo un amor de febrero. Y luego dices, «si en la salud y en la enfermedad nos queremos, lo demás no importa», pero te vuelves un prisionero y «a palabras necias, oídos sordos».

Confieso que he vivido gran parte de mis días pensando que mi vida importa, que mi destino es dejar algo positivo en este platanal, exhortar males que abundan y mantener una huella intachable, pero qué sentido tiene si para conseguirlo más de 200 personas deben morir año tras año defendiendo los derechos que me permiten alcanzar ese pedestal. Epifanía es pensar diferente, por eso los demás nos tachan de locos. Porque creen firmemente que les importa la causa que va en contra de sus ideales, sus riquezas, pero no es así. ¡Ya no puedo más!

He pasado toda mi vida intentando descubrir el secreto de mi padre. No es ningún ángel caído, pero su presencia intimida al cielo, por eso siempre se desmorona ante su presencia y gotas que claman por la vida, rompen el suelo como balas el bunker del pueblo iraní. Es mortal y tan frágil como una botella de vidrio, las mismas que rompen borrachos en tabernas a las 12 o una de la mañana. Lo sé porque abundan tantas esquirlas en las calles como museos en Suiza o muertos por balas perdidas en el narcoestado Colombiano.

Y así continua, como un enigma que no quiere ser descifrado, con un pasado que pocos conocen y un presente misterioso, pero su madre ya no está para reprocharle sus reservas. Aun así, es un buen padre. Exagera las victorias como un régimen dictatorial, pero sabe perder y reconoce el momento justo para emprender una retirada. Es un hombre de pocas palabras como mi abuelo, de talla baja y panza de camionero con 6 meses de experiencia. Confieso que a veces me cuesta mirarle a los ojos. Ahora pienso que la cautela es un sentimiento mutuo. Pese a todo es un buen padre.

Confieso que en el Espejo y Piedra Sola comienza el descenso de los paseos de olla en este lugar, y el Corpus Christi es la caída, estacada final. El flujo comienza en lo alto de la montaña, donde solo el eco de la civilización y el cantar de los pajaritos son los protagonistas de un nacimiento que lucha contra la gravedad y el calentamiento global, para no extinguir la fuente, es decir, el Espejo que refleja un lugar cuanto menos, paradisiaco. Cae unos 400 metros hasta Piedra Sola, donde los más privilegiados gozan de una vista al bosque majestuoso que envuelve el lugar con una atmosfera fresca de cuento de hadas, donde el agua cristalina y la corriente continua, calma el estrés del cuerpo más turbado. Desciende hasta Tres Piedras donde los más sucios matan y limpian los cerdos del almuerzo en aguas maltratadas por los lugareños de más arriba, dejando caer las vísceras, pieles, cueros y las mugrientas pesuñas llenas de lavaza y excremento al flujo, para posteriormente bañarse en el mismo lugar. El Tigre, el siguiente circulo, se alimenta de lo que llega, donde el rugir del silencio es emblema de un lugar oculto por árboles y arbustos. Allí, solo los más curiosos van y se echan un chapuzón para refrescar el alma, o mancharla. ¡Es tan subjetivo! Lejos de terminar, llegamos a la Calera, la cual alberga un pecado capital, la pereza. Nos ofrece un pequeño caudal, prácticamente estancado en los últimos tiempos, además de una playa de piedras y un olor a alga fétido, casi repugnante. Aquí deambulan las personas conformistas, aquellas que lo quieren todo rápido sin el menor esfuerzo, aquellas avariciosas que desean todo a cambio de nada.

Toda esta acumulación de desechos y de pecados viajan a través de los pequeños riachuelos que desembocan en el rio y a su vez todos estos lo harán en el mar. Mar de lágrimas se hizo mi rostro cuando supe que la trucha y la mojarra frita servida «orgullosamente» por el sacerdote local, el día del Corpus Christi, fueron atarrayados en el Saldaña, mismo lugar en el que hace pocos días mientras realizaba un recorrido en bicicleta me topé con restos orgánicos de todo tipo. Sonrisa hipócrita. Corrupción infame. ¿le pido respeto y me paga con autoridad? Dice no ser político, pero hace campaña buscando poder. ¡Falso pastor! ¡Falsos profetas! Sabe que el diezmo es una remuneración para su majestad. ¿Con que cara me pide tener fe cuando les está cobrando a quienes ya la poseen, por el simple hecho de tenerla?

A veces sonríe, y otras su rostro es tan amargo como la piel de un limón. Le pregunto si está bien, esperando una respuesta diferente a «si, lo estoy», pero es imposible, porque conozco a mi padre y sé cuándo algo le preocupa, le indigna o simplemente no le importa. Pero la distancia entre los dos, aunque corta, está cerrada con un seguro que no tiene combinación ni llave de respaldo. No es un experto cocinando, así que cuando estoy presente, procuro hacer mis mejores recetas. Y si bien, lo dejo satisfecho con mis preparaciones, un agradecimiento no satisface mi curiosidad acerca de aquello que tanto lo atormenta, un secreto al cual nadie ha podido acceder y creo, ni siquiera él puede comprender. Puede que quizá, no sea de este mundo.

Confieso que mi padre ha viajado por cada uno de los círculos descritos anteriormente. Incluso yo he sido devorado por el tigre un par de veces. Confieso que yo tampoco estoy exento de culpa. Mundo distópico el de Dante. Pero ya es demasiado tarde. La muerte viene por mí, y no estoy preparado, mis maletas aún no están listas, pero tendré que partir. Por favor, necesito un poco más de tiempo, necesito recorrer este infierno y observar la realidad en la cima de la montaña. Padre, buen padre siempre has sido. No tienes que disculparte por ser tú, ya que yo mismo lo he sido y tu me has aceptado tal y como soy.

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