
Hace no mucho, participé en una reunión con el equipo directivo de una empresa que estaba atravesando un cambio profundo.
El gerente general, con un tono mezcla de frustración y preocupación, comentó algo que me quedó dando vueltas:
—“Necesito saber qué pasa en mi empresa, pero que me comuniquen las malas noticias tan rápido como las buenas. Porque si no, llego tarde y pierdo oportunidades.”
Parecía simple, pero sé muy bien que detrás de esa frase hay una maraña de obstáculos y, en general, cuando las malas noticias llegan tarde, se pierde muchas veces el margen de maniobra.
Ser el portador de las malas noticias no es para nada sencillo.
Y lo sé por experiencia propia.
El dilema del mensajero en las organizaciones
Si alguna vez dijiste “no” a un pedido complicado, o tuviste que informar que las ventas bajaron o que un negocio no se concretó, seguro entiendes esa sensación.
En la teoría, los líderes quieren que sus equipos hablen claro, que compartan opiniones auténticas, incluso si difieren.
En la práctica, la realidad suele ser muy distinta, y es más usual (simbólicamente) «matar al mensajero».
La escritora y consultora Brené Brown dice que
“la vulnerabilidad suena a verdad y se siente como coraje”,
pero también sabemos que decir la verdad puede ser una apuesta arriesgada en el mundo corporativo.
Y allí está la paradoja:
- Si le dices a tu jefe lo que quiere escuchar, probablemente mantendrás una imagen positiva y quizá avances en tu carrera.
- Si expresas lo que realmente piensas, puedes perder esa buena imagen y dificultar tu crecimiento.
Un colega que también pasó por la trinchera en una multinacional me contó que muchos aprendieron a ser “maestros del adorno”: no por malicia, sino por supervivencia.
Decir solo lo que creen que los demás quieren escuchar era su forma de protegerse.
Pero, ¿qué sucede cuando esta dinámica se extiende?
Se pierde la autenticidad, la confianza se resiente, y las decisiones se toman con información incompleta o sesgada o tardíamente.
¿Quién gana realmente?
Nadie.
Comunicación auténtica: ¿una utopía posible?
Desde ROI Agile International, donde combinamos transformación digital con agilidad humana, vemos este desafío todos los días.
La comunicación no es solo un canal o un flujo de mensajes.
Es el pulso vivo de la organización.
Cuando fluye bien, los procesos mejoran, la innovación crece y el clima laboral se fortalece haciendo posible la transformación organizacional.
Para ilustrarlo, recuerdo un caso concreto: una empresa de retail que acompañamos hace algunos años.
Allí, los gerentes temían dar malas noticias por miedo a represalias o a ser etiquetados como “aguafiestas” o «mala onda«.
Lo que hicimos fue crear espacios seguros, rituales de comunicación donde todos podían expresar sus ideas sin juicios.
¿Resultado?
Al poco tiempo, las malas noticias dejaron de ser un tabú, y pasaron a ser oportunidades para actuar rápido y aprender.
Como bien lo dijo John C. Maxwell, experto en liderazgo:
“La cultura de una organización es el reflejo de las conversaciones que sus líderes permiten.”
Y esa cultura comienza, inevitablemente, por la manera en que las personas se comunican.
Claves para mejorar la comunicación auténtica en tu empresa y conseguir la transformación organizacional
- Construir confianza a través del respeto y la escucha activa.
No basta con pedir que hablen; hay que demostrar que escuchar es un acto valioso. - Crear espacios seguros para la expresión genuina.
Reuniones sin agenda rígida, sesiones individuales, canales anónimos, o incluso técnicas ágiles como las retrospectivas donde la transparencia es la regla. - Entrenar a líderes en inteligencia emocional y feedback constructivo.
Porque la manera en que se recibe la información afecta mucho más que el contenido mismo. - Promover una cultura donde admitir errores no sea un riesgo, sino una oportunidad de aprendizaje.
Esto fomenta la autenticidad y el crecimiento.
Consejos para prevenir problemas de comunicación
- No asumas que “callar es cuidar la empresa”.
Muchas veces, el silencio genera más daño que la verdad. - Evita castigar la discrepancia: las opiniones contrarias son el combustible para la mejora continua.
- Practica la empatía con quienes comunican malas noticias: no son enemigos, son aliados con información clave.
- Fomenta la constancia: comunicar no es un evento, es un hábito que se debe cultivar día a día.
Preguntas para evaluar el estado de la comunicación en tu organización
- ¿Qué tan libres se sienten los colaboradores para expresar opiniones contrarias a sus jefes?
- ¿Existen canales y espacios dedicados para compartir tanto buenas como malas noticias?
- ¿Los líderes practican la escucha activa y demuestran apertura al feedback?
- ¿Se premia o se castiga la autenticidad en la comunicación?
- ¿Cómo se manejan los errores y los problemas cuando se comunican?
- ¿Qué rituales o procesos ágiles usan para mejorar la comunicación interna?
La comunicación en las empresas es mucho más que palabras; es el alma de la organización que impulsa o frena el cambio.
Como afirmaba el escritor y filósofo francés André Gide:
“El peor de todos los males es la ilusión de haber comunicado.”
En ROI Agile, creemos que derribar esa ilusión comienza por cultivar una cultura de diálogo auténtico, donde todos se sientan parte de la historia, incluso cuando la trama se vuelve compleja.
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