El corazón de un maestro

El corazón de un maestro

Kirsten v.

14/06/2025

Desde el momento en que me enamoré de la perspicacia y dulzura de los niños, pensé que ser docente abarcaría ser cómplice de los dulces sueños en que los niños habitaban jugando. Nunca imaginé que ser docente era tan difícil como perseguir a mi perrita Chihuahua por las calles de mi conjunto, o tan fácil como quitarle un pelo a un gato. Cuando empecé a estudiar y hacía prácticas, quedé encantada con la autenticidad de muchos niños, con los que eran totalmente cariñosos y que me mandaban cartas que me hacían sentir especial desde el día uno. Por otro lado, estaban los otros que me abrían un pequeño espacio de su corazón cuando yo me les acercaba y los ayudaba.

Los niños son, sin lugar a dudas, aquellas personas chiquitas de estatura que piensan, reflexionan y entienden a un adulto incomprendido. Como practicante, mi corazón quedaba destrozado por un lado al irme y no asistir más; sin embargo, al ser mi misión una sola, podía decirse que pasaba aquel «guayabo» rápidamente y sin demora. Sin embargo, la vida este año me premió con el título de ser profesora y conocí a muchos niños que me abrieron su corazón, me hicieron parte de su familia y que con prisa me convirtieron y forjaron mi alma de maestra.

Cada uno de ellos tenía personalidades únicas, diferentes e increíbles. Cada uno me enseñó lecciones de vida, terminé de forjarme como maestra y entendí que la educación es el acto más importante, que quizás es una carrera y trabajo poco apreciado, pero que en los ojos correctos es la potencia que impulsará a cada nación, a cada pueblo. Pues como docentes moldeamos a cada alumno y, con mucha paciencia, lo miramos salir adelante.

Así como tiene sus cosas hermosas, este trabajo también es de mucha resistencia. A veces, no todos los niños brillan de la misma manera; algunos parecerán un «chucky» encarnado que viene a hacerle la vida imposible al que sea. Pero creo firmemente que no hay nada que un maestro no pueda cambiar con un poco de ayuda y charlas psicológicas, quizás.

Nadie habla de que lo más difícil de ser maestro es decir adiós, decir adiós a muchos niños que ya te acostumbraron a verte todas las mañanas y que ya se conocen tus mañas. Nadie puede entender lo triste que es despedirse de ellos y orar para que en un futuro aquellos niños sean felices y realizados en una gran vida. Un profesor enseña, pero también educa, y se vuelve aquel pilar importante para la vida de cualquier niño, que mira cada acción y en detalle añora ser como aquel docente.

Así que, en el transcurrir de mi vida, he aprendido que lo más difícil no es llegar, sino irte y dejar muchos polluelos que te querían a montón. Sin embargo, las lecciones entran a mi vida y debo aprender a vivir, amar y valorar cada instante que tenga. Como profesora, añoraré cada momento, cada instante junto a los niños; extrañaré cada vez que recuerde sus risas, y espero que en algún futuro cercano pueda dejar la nostalgia y ver la alegría de seEl corazón de un maestro es de alguien compasivo que escucha y vela por cada alumno. El corazón de un maestro también perdona la insensatez de cada niño y cuando hacen pataletas y hacen lío. 

El corazón de un maestro es feliz y alegre a pesar de los momentos duros y infelices que pasé en el momento. Al mal tiempo buena cara pues sabe y reconoce que los niños reconocen a su maestro. Por último el corazón de un maestro es débil, nostálgico y lo mas importante cuando llega la hora de partir el corazón del maestro nunca olvida a sus alumnos pues siempre los lleva en el corazónr profesora.

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